“Una noche con Venus, Toda una vida con Mercurio”
La frase, muy conocida antaño, tenía, como casi siempre, su razón de ser: anteriormente a la era de los antibióticos, que comenzaría con el descubrimiento de la penicilina, por parte de sir Alexander Fleming, la sífilis venía tratándose con mercurio.
Y créanme, no resultaba fácil la administración de mercurio: las más de las veces requería el encierro del paciente en estrechas habitaciones, para someterle a sus vapores, durante largos períodos de tiempo (meses).
Tampoco resultaba inocuo, al ser este un producto tremendamente tóxico.
La sífilis, llamada antiguamente morbo gálico, mal francés o bubas, es una enfermedad infecciosa de curso crónico, transmitida principalmente por contacto sexual, producida por la espiroquetaTreponema pallidum, subespecie pallidum. Sus manifestaciones clínicas son de características e intensidad fluctuantes, apareciendo y desapareciendo en las distintas etapas de la enfermedad:
1ª etapa: úlceras en los órganos sexuales
2ª etapa: manchas rojas en el cuerpo
3ª etapa: lesiones en el sistema nervioso y en el aparato circulatorio.
La enfermedad existe en todo el planeta y se ha descrito desde hace siglos, con nombres más o menos xenófobos:
· En Italia, Alemania y Reino Unido se ha denominado «enfermedad francesa».
· En Francia, desde la epidemia en el ejército francés en las guerras italianas, se le llamó «mal napolitano o enfermedad napolitana».
· En Rusia, «enfermedad polaca».
· En Polonia, «enfermedad alemana».
· En Japón del Período Sengoku, «morbo chino»
· En los Países Bajos, Portugal y el Norte de África, «enfermedad española» o «enfermedad castellana».
· En Turquía, «enfermedad cristiana».
· En España, «mal portugués», o «morbo gálico» («mal francés»).
El origen de este mal no está muy claro, aunque, al describirse el primer caso en 1993, se piensa que pudo traerlo algún marinero, de los integrantes de la tripulación de Colón y desde el viejo mundo…