Esta mañana me he despertado con el sublime canto de Nacho González Urcelay en un portal de Cantabria. Asegura que en aquel lado de la montaña quien no paga por verlos vivos, paga por verlos muertos, en estos días en que el otoño vuelve a cubrir los campos y llegan a los pueblos sus potentes bramidos. Como bien apunta Nacho, simboliza sendos cantos a la vida y a la muerte que el hombre ha unido para componer una sola sinfonía: el negocio. Negocio al que allí le han sacado buena punta. La Consejería de Ganadería de aquella Comunidad ofrece dos salidas diarias hacia Campoo, Liébana y Saja/Nansa con un éxito rotundo de acogida, gentes que llegan desde otras comunidades para contemplarlo, habiéndose completado todas. En Polaciones, la Dirección General de Montes autorizó a las juntas vecinales la captura y la posterior subasta de venados, lo que ha reportado un beneficio de 40.000 euros, amén de lo que se embolsen comercios y posadas por quienes vienen a verlos vivos.
No es una historia nueva, ni es una historia nuestra únicamente. Dicen que uno de los mejores escenarios para contemplarlo es Cabañeros. O en la sierra de Cazorla. También hay berrea en Extremadura, en Asturias, en La Rioja... Pero lo cierto es que, en uno de los lugares donde más fuerte suena es en el Parque Natural Fuentes Carrionas Fuente Cobre, el nuestro, donde se promociona más la visión del animal actuando, corriendo, luchando… Quizá es que somos más románticos, y tendemos a verlos y mostrarlos vivos, apreciendo en todo su esplendor la ceremonia que conlleva, además de los espectaculares berridos, el choque de cornamentas entre los machos, como se miden en los claveros, cómo muestran orgullosos sus cuernos y cómo escarban y se revuelven en la tierra para delimitar su territorio.
Tal vez no sea suficiente para frenar la muerte de los pueblos, pero dejaremos buen recuerdo a las generaciones venideras.Imagen: @Pumar59