La respuesta es que sentarte demasiado no te va a hacer daño. Pero al igual que la vitamina C como cura del resfriado, esta frase tiene un origen. Todo se remonta a 1967, cuando General Electric vendió televisiones a color que emitían 100.000 veces más radiación de la considerada segura en la época. Esto se produjo por una desalineación de los componentes que bloqueaban los rayos X de la válvula termoiónica. Sin embargo, debido al ángulo descendente en el que se emitían los rayos X, solo estaban en peligro quienes estuviesen muy cerca del televisor.
General Electric reparó 90.000 televisiones y el gobierno estadounidense endureció el control de las emisiones radiactivas, ya que hasta entonces las regulaciones locales y estatales habían sido inconsistentes y inefectivas. Fue un problema que ya no solo se centraba en las televisiones, sino en cualquier aparato capaz de emitir radiación, ya que su control dependía del fabricante. Aunque los fabricantes consiguieron debilitar la ley, la FDA (Food and Drug Administration) consiguió investigar la radiación, introducir medidas de seguridad e imponer sanciones civiles. Con el paso de los años, los niveles de radiación han descendido tanto que los niveles máximos permitidos están muy por debajo de los niveles dañinos mínimos.
El verdadero problema no está en la televisión. Por una parte está la perspectiva. Si el niño tiene problemas de visión, no sería extraño que se acerque más a la televisión para poder ver. Por otra parte, el sedentarismo es un problema bien conocido, al igual que el contenido que ven. Hay que meditar antes de sacar conclusiones precipitadas y encontrar problemas donde no los hay.
Fuentes
- The Radiation Control for Health and Safety Act of 1968: History,Accomplishments, and Future (2006 Third Year Paper)
- Scientific American