Revista Sociedad
En la anterior entrada mencionaba la actual crisis política que sufre nuestro país, aunque podríamos hablar perfectamente de la Unión Europea, incluso de Estados Unidos o el mundo en general. La política en nuestros días está tan "sujetada" por los mercados como los sujetos, personas, ciudadanos están "sujetados" por los medios de información. ¿Qué significa estar "sujetado" por otro algo? A nivel individual podríamos hablar de forma clara, los sujetos están manipulados por los medios de información. En efecto, podemos hablar de la influencia de los medios sobre los individuos, que les privan de su subjetividad, es decir, de su opinión. Los medios les dice qué pensar, qué opinar, a quién votar, a quién odiar o amar, cómo vestirse, cómo triunfar en el trabajo, cuáles son los valores éticos y morales por los cuales, un individuo debe actuar. Pero no solamente en esos aspectos radica el problema, sino que también los medios de información se preocupan en decirnos cómo debemos ver las cosas, es decir, cómo debemos interpretar la realidad.
Nos encontramos pues, ante una realidad ficticia cuyos pilares se construyen en la privacidad del individuo. En efecto, dichos individuos conocidos mundialmente por vender su privacidad, su vida familiar, sus sentimientos y emociones, sus deseos y sus pasiones. Uno puede apreciar este hecho tan contundente y difícil de digerir cuando se da cuenta que apenas quedan lugares en los que refugiarse. Exacto, han dejado de ser personas anónimas, han dejado de ser individuos privados, han dejado de ser sujetos ocultos a cambio de dinero, esto es, una forma de vender e intercambiar sus vidas privadas para ser personajes, es decir, personas públicas, cuya influencia es notablemente alta, tanto como los políticos.
Estos personajes tienen la capacidad de saber vender muy bien sus vidas y las que no son suyas, tanto las vidas ajenas como puedan ser la vida del vecino, la vida del amigo o de la novia, como otras vidas ilusorias e imaginadas. Dichos personajes deben tener siempre un "as en la manga" para que se siga, indefinidamente, hablando de ellos. El único fin por el cual actúan, no es otro que llenar sus bolsillos de papel y ocupar un espacio en la televisión en un plano temporal, es decir, y traduciendo de forma coloquial, para captar una audiencia, para captar un rebaño y convertirse en su pastor. Pero, ¿qué tipo de audiencia? Aquélla que no puede vivir sin la imagen idealizada de dichos personajes, es decir, aquellas personas que necesitan apropiarse como suyo, las vivencias de los demás, aquellas personas que anhelan y desean parecerse a ellos, aquellas personas que son incapaces de sobrevivir en soledad, aquellas personas que dependen para vivir de las ideas de los demás, aquellas personas, en definitiva, que odian y temen la soledad, que odian y temen el vacío existencial y necesitan, una y otra vez, llenar ese vacío de las experiencias ajenas, de las tradiciones y costumbres, y como no, de las creencias. Estas personas son peligrosas pues necesitan de las opiniones ajenas para vivir, son personas que se enredan en la contigencia sin trascender, son personas, en definitiva, que dependen de las decisiones ajenas amenazando constántemente su entorno humano y humanizado, es decir, la sociedad.
Ahora bien, dichos personajes forman parte de distintas parcelas de la realidad cotidiana, es decir, por un lado, se nos presenta aquellas figuras que venden su vida privada cotidiana, es decir, venden sus relaciones sociales y sexuales, opiniones sin fundamento de cualquier tema que se trate y subastan su tiempo al mejor postor. Éstos son los que protagonizan los programas televisivos de tertulias cotidianas de sobremesa.
Por otro lado, podemos encontrar sin ninguna dificultad los principales protagonistas del mundo deportivo, tanto periodistas como deportistas, en concreto y destacando unos entre otros, se nos presentan los futbolistas. Sin embargo, los futbolistas se manifiestan aquí mediante una doble función, un doble intercambio comercial; por un lado sus cualidades deportivas, como puede ser la destreza, agilidad, inteligencia, audacia, y técnica, y por otro lado su imagen. Un gran ejemplo que reúne todas las virtudes para el comercio deportivo y estético es la figura idolatrada del esclavo Cristiano Ronaldo, (así denominado por Santiago Alba Rico en su ensayo: "El naufragio del hombre", escrito en colaboración con Carlos Fernández Liria); y por otro lado, no todos pueden vender su imagen, pues han de participar previamente sobre los valores estéticos y comerciales del mercado, este es el caso, entre otros, como el de Lionel Messi.
Los personajes del mundo deportivo tienen una gran influencia, debido por una parte al tiempo en que los medios de información invierten sobre ellos, y debido por otra parte, a la seducción de los jóvenes. Estos personajes son tan peligrosos como los primeros, pues impide al sujeto ser sujeto, pues posa sobre sí mismo una cierta y peculiar idolatría de su imagen. En los jóvenes podemos observar a través de sus pensamientos, preferencias y acciones como proyectan su forma de ser en la imagen fantasmagórica del deportista. Sólo basta ver a un niño pequeño o un adolescente con una camiseta de cualquier jugador intentando emular cada instante de la vida deportiva cuando tienen en sus pies una pelota de fútbol. Es decir, viven el futbol no por el mero deporte en sí, sino por la comercialización del mismo. Juegan al fútbol, no para divertirse con sus compañeros, sino para demostrar su valía y destreza, como si se tratara de la final de la copa del mundo. Ambas forman pues, tanto el valor como la habilidad, el timón de sus pasiones. Las pasiones que son idealizadas por el niño o adolescente, e incluso el mismo adulto a realizar su "sueño". La fantasía de emular algún día a los esclavos deportivos y sobre todo sus ganancias.
En definitiva, si se presentan estas condiciones descritas arriba tienes garantizado el mercado. Solamente hace falta tener buenos emprendedores para explotar bien el tiempo y transformar los segundos en papel de valor o en dígitos cibernéticos que reposan en el éter. En efecto, el tema vuelve a coger el hilo argumental que intenté llevar a cabo desde un primer momento. El mercado financiero, es decir, "los mercados" cuyo apodo se le ha dado a este conjunto de inversores que compran y venden activos bajo los precios de la ley de la oferta y la demanda. ¿Qué relaciones tiene el mercado con la política y los medios de información? Si tengo que enumerar las relaciones particulares existentes me faltaría tiempo finito que prescinde mi vida. Sin embargo podemos razonar mediante abstracción y englobar la relación general que une a todas y explica, a su vez, el funcionamiento político-económico-sociológico de la sociedad capitalista occidental. No hace falta ser un erudito para darse cuenta de como funciona y opera el mundo de alrededor, es decir, un mundo en el que todo está a la venta, todo se comercializa, incluso y como he demostrado antes, la vida, las habilidades técnicas y las experiencias privadas.
La relación que tiene la economía sobre la política, los mercados sobre las decisiones políticas, es la misma que la relación del sujeto "sujetado" de los medios sobre el individuo. Es decir, los mercados dicen al politico dónde hay que invertir, cómo emplear el dinero, qué decisiones se han de tomar, cómo regular la economía nacional, qué leyes tienen que derogar y cuáles han de crear, cómo debe ser la política social, cómo deben gestionar la sanidad pública, la educación pública, el transporte público, etc., y cómo y cuánto deben invertir en el sector privado. Hace tiempo ya, con la entrada de una única moneda en la Unión Europea, el euro, perdimos una parte de nuestra soberanía nacional, pues es el Banco Central Europeo y no el Banco de España el que regula los precios en el espacio de la Unión Europea y en concreto, en nuestro país. Pero, dejando de lado este aspecto y centrándonos, mas bien, sobre el primero, sobre la gestión política de nuestro país, hay que decir de forma clara, que un gobierno elegido democráticamente en unas elecciones carece del poder de la decisión, y por ende, del poder de gobernar. Son los mercados, repito, los mercados, cuyos representantes toman las decisiones en la sombra, es decir, que dichas decisiones son tomadas por la élite económica y no por nuestros políticos. Son decisiones tomadas en un lugar que no se sabe muy bien en dónde, y no en un espacio público.
La gravedad del asunto reside en el concepto de la soberanía nacional, es decir, creemos una y otra vez que podemos elegir a nuestros partidos cada cuatro años, depositando confianza y esperanza en una buena gestión del país, pero que, sin embargo, no nos damos cuenta que dichos partidos no participan de la soberanía del pueblo ¿Acaso se puede comprar la soberanía de un país? Obviamente no, pero se hace. No hay ley ni derecho que valga más que un billete de papel. Eso hay que tenerlo siempre claro. Por consiguiente, cuando digo que los políticos o gobiernos estan sujetados por los mercados, me refiero expresamente a esto. Me refiero mas bien a la inutilidad de sus figuras y posiciones laborales. Dicha inutilidad representa ese vacío existencial de un gobierno que no puede tomar decisiones de forma libre y voluntaria, es decir, se encuentra alienado, enajenado. Todos hemos visto a través del paso de los siglos por un lado, como han expropiado al trabajador de su fuerza de trabajo, es decir, como este proceso de alienación comienza en una determinada fecha, y esta fecha se suele datar con la primera Revolución Industrial. Y por otro lado, todos hemos visto como han expropiado de la acción política de un gobierno, y esto último, se suele datar, aproximadamente, con el comienzo de la globalización. Pero,¿qué significa que un gobierno este enajenado? Significa exáctamente que no posee las facultades propias que caracteriza un gobierno. Que dichas facultades fueron des-apropiadas por dichos mercados, es decir, hoy en día, en términos del feudalismo, la política representa al vasallo, y la economía su señor feudal. La política carece de poder de decisión como el vasallo carecía del poder de decisión en su vida.
Para ir finalizando con esta reflexión, los partidos políticos representan aún, a través de la apariencia, la acción política realizada con sus manos a través de la decisión tomada bajo su voluntad y libertad. Pues bien, hoy la mente del político carece de valor pues otro gobierno de estilo financiero toma las decisiones. Cosa paralela sucede también con las mentes de las personas, sujetadas por los medios de comunicación. Es decir, que a través de sus programas y la violencia publicitaria, toman por ellos mismos concretamente sus vidas. Sin embargo, la política aún posee algo que los mercados no poseen, pero es cuestión de tiempo. Y es eso, precisamente, cuando me refería a las manos como aquéllas que realizan las acciones. En efecto, la mano política realiza la acción política, pero no olvidemos que en dicha acción, subyace una decisión, y dicha decisión la toma otra entidad en un espacio privado. En definitiva, la política es el brazo activo de la economía, lo que se entiende sin mas, que los políticos a los que votamos son los títeres de los mercados.
Para que nos demos cuenta de como funcionan las cosas, ponemos nuestras vidas en las manos de unos títeres, es decir, unos muñecos sujetados por hilos que representan a personas, que representan a un gobierno, y, por el cuál, se toman las decisiones políticas que tienen efecto sobre la sociedad, sobre un Estado democrático y de derecho. Es decir, ponemos nuestras vidas en las manos que representan la apariencia, como ponemos nuestros ideales, opiniones, pensamientos y creencias en las representaciones de los personajes míticos de la televisión, o sea, otra ficción, y nada mas que ficción. ¿Hasta qué punto vivimos (en-y-de) la apariencia y no somos conscientes de ello?