Resulta hasta agradable la visión del sol naciente. Pero lo que es un presagio un día más, a los pocos minutos se convierte en certeza ¡hay que ponerse a cubierto!
… ahora, en verano, en Córdoba, el ocaso es un alivio. Aunque a decir verdad, la mayoría de las veces ni eso.
Cuando en esta Ciudad, sus calles parecen veleros al viento (“cálido” por supuesto)
… cuando el agua es refugio
… se alargan las sombras
… las farolas no se apagan nunca.. Y llegan a tu correo los chistes veraniegos
Es hora de atrincherarse. O mejor aún, perderse hasta el fin del estío.
Y sí, lo he decidido, pienso perderme para volver a encontrarte… nos vemos en septiembre.