Para Frida el verano de 1993 va a ser diferente. Su madre ha muerto y tendrá que pasarlo con sus tíos y su prima lejos de Barcelona, en un entorno extraño y con una pérdida no superada.
Verano de 1993 es sensible y bella. Una historia que retrata una situación incómoda con mucha emoción.
Un verano con el que es imposible no sentirse identificado, sobre todo si tienes una determinada edad.
Las interpretaciones de las niñas, sobre todo de Laia, son estremecedoras y geniales. Te las crees desde el minuto 0.
La verdad es que te va envolviendo con su ternura, su tristeza, su belleza, su sutileza, ..., te va acunando hasta llegar al final, al despertar.
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