Cuando sé que voy a pasar al menos dos días metida en casa, entre toses y kleenex, con pocas ganas de todo, busco algo para evadirme, para que las horas sean más cortas, para despistar al malestar. Una novela negra suele ser de gran ayuda.
Verano en rojo
Madrid, verano de 2010. Corren los días del Mundial de fútbol y, mientras los ojos de todos están puestos en los tortuosos avances del equipo de España en Sudáfrica, la comisaria María Ruiz se enfrenta a un tenebroso crimen: un joven ha aparecido asesinado. Sin identidad visible. Sin pistas aparentes. Sin móvil. Mujer atractiva, concienzuda y tenaz, María iniciará una investigación que se complicará cada vez más. . Pero no está sola: el veterano periodista Luna, un maestro de la profesión hoy acorralado por la crisis y la era digital, y Tomás, brillante informático de la policía, serán claves para llegar hasta el fin.
Nº de páginas: 352 págs.Editorial: RBA LIBROS, 2012ISBN: 9788490062562
Trama con pederastia, abusos a menores y la iglesia católica detrás de las muertes misteriosas de dos chicos de 17 años. Un extraño tatuaje, padres divorciados y un campamento de baloncesto.
Una comisaria con un pasado traumático. Una vez más psicología emparejada con diván, qué empeño!!! Diferentes perfiles profesionales policiales y periodísticos. Con algunos puntos llevados al extremo, tal vez no necesarios. Buen ritmo. Me ha resultado entretenida. Me ha tenido completamente absorta y en tensión en algunos momentos.
Jaime Urrutia: La fuerza de la costumbre
En mi colección de vinilos está Cuatro Rosas, comprado a finales de 1984 (apuntado en una libreta tapa dura que supuestamente estaba pensada para un diario personal).
Me gustaban sus inicios oscuros y antes de que derivaran en su faceta más torera. Al deshacerse la banda ya no sentía interés por el grupo y nunca seguí la carrera de Jaime en solitario.Por casualidad, en una sala de espera, lo escuché en varias ocasiones en su apartado de radio, presentando canciones, curiosidades, hablando con entusiasmo y pasión de música. Y después me leí Canciones para enmarcar, que me encantó, la idea, y cómo la expresa.
Encuentro este documental en la biblioteca y no dudo en llevármelo.
El cantante y ex-líder de Gabinete Caligari destripa su mundo interior con voz propia. Ceñudo artesano de la vieja escuela, Urrutia abre sus archivos con la ayuda de Loquillo, Alaska y otros grandes.
Algunas cuestiones personales: su hermana le compra la primera guitarra, la anécdota del padre en la residencia.
Toda una galería, de lo más variopinta, de músicos y locutores de radio, hablan sobre el protagonista. Amigo de sus amigos. Fachada de tipo duro que con el paso de los años se va transformando en alguien capaz de tomarse la vida y a si mismo con humor.
La primera vez que escuchó a Ramones y The Clash pensó “esto es lo que estaba buscando y lo hacen chavales de mi edad”. Y yo, la primera vez que escuchéa estos dos grupos, cambié de forma radical mi periscopio musical.
Habla de la canción Obediencia, y de la mili. Qué lejos se ve ahora todo eso.
Una pena esa iluminación a los testimonios. Me parece terrorífica esa manera de enfocar sus caras. Y la voz en off de Jaime suena impostada. Lee, sin emoción, plano.
Curiosidad para fans incondicionales. No es mi caso.
Dirección y guion Carlos Duarte Quin. Música Jaime Urrutia. Fotografía Kike Hernández, Luis Castro. Reparto Jaime Urrutia, José María Sanz "Loquillo", Ariel Rot, Eva Amaral, Luis Eduardo Aute, Aurora Beltrán, Ana Belén, Enrique Bunbury, Andrés Calamaro, Andy Chango, Olvido Gara "Alaska", Alberto García-Alix, Carlos Goñi. España 2011, 122 min.