Y me hiciste tocarle el violín a los muros y a las puertas cerradas.
Saltar las rejas y soplar tormentas.
Pero de pronto clausuraste las palabras, cerraste la boca y miraste de lejos.Esa tarde se quedó sin rostro y las golondrinas se fueron.
Y ahora, otra tarde de verano, con la mansedumbre del aire teñido de celestes y rosados, reapareces entre palabras arcaicas y sonrisas añejas que ya no pueden ser.
Habías sido una vez en la vida