Escribe Santiago Rey Fernández-Latorre, presidente y editor de La Voz de Galicia:
[...] «Las cuentas de las familias se han destrozado ya, imposibles de cuadrar por la caída de ingresos y la falta de trabajo y oportunidades para gran parte de sus miembros.
Los jóvenes sufren el drama de prepararse a conciencia para nada. O de emigrar como sus abuelos. Los adultos que aún conservan empleo asisten acongojados a las insalvables dificultades de sus empresas. Los que han entregado su carrera al servicio público en la Administración se sienten maltratados en su nómina y en su imagen. Los millones de personas que tienen la desgracia de haber caído en el paro sufren como nadie el presente y temen más que nadie el futuro. Y por si todo esto fuera poco, los que viven de su trabajada pensión o están a punto de hacerlo tienen pánico a lo que pueda pasar en cualquiera de los próximos consejos de ministros, porque temen que de allí salga para ellos un trato tan injusto como intolerable.
No se puede arrojar más agua hirviendo ni más calamidades sobre una población de más de cuarenta y siete millones de personas que de ninguna manera se ha merecido esto. Ha sido siempre comprensiva, se ha mantenido serena, ha creído todas las mentiras que le han ido contando y ha confiado en quienes le pedían apoyo. No aguanta más. Se palpa en la calle, en cualquier conversación, y se palpa en la vida pública, excepto en los confortables coches, aviones y despachos oficiales.
Porque esa población maltratada observa a diario cómo se le recortan prestaciones, derechos y conquistas que nos han hecho un país civilizado; cómo se le encarecen los productos y los servicios básicos; cómo se le vacía la cartera con impuestos y exacciones. Y cómo prevalecen los privilegios en el tejido de las Administraciones públicas y el aparato que han creado en su exclusivo beneficio los políticos»…
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