Cuando era estudiante de bachillerato me apasionaban las vidas de grandes investigadores como el matrimonio Curie, Ramón y Cajal, Albert Einstein, Stephen Hawking, etc. Me imaginaba que sus vidas estarían llenas de retos y de estímulos y que, con su trabajo, podían ayudar a la humanidad.
Me imaginaba que las vidas de todos los investigadores serían muy interesantes y que tendrían siempre mucho que aportar a los demás. Cuando leía una revista científica trataba de imaginar cuanto esfuerzo habría detrás de una investigación y me dejaba impresionar por los jeroglíficos estadísticos, pues con ese juego de números las cosas parecían sólidas y “científicas”.
En la actualidad mi percepción ha ido cambiando progresivamente. Cuando aún no había empezado sexto de Medicina tuve la fortuna de que me dieran una beca para colaborar con un Departamento de la Universidad y creía que estaba empezando una aventura fascinante, en pos de la investigación y de algún descubrimiento, aunque fuera modesto. Desde entonces y hasta ahora he ido conociendo a diferentes investigadores y ámbitos de la investigación científica, lo que me ha llevado al descubrimiento de las siguientes verdades incómodas:
1) Hay poca gente que investigue realmente con pasión y vocación.
2) La mayoría de los que investigan no saben muy bien para qué lo hacen.
3) Muchos de los que investigan siguen ideas y proyectos en los que colaboran o participan, pero sobre los que no se atreven a innovar o a aportar ideas nuevas, pues simplemente tienen que obeceder y cumplir normas. Es más, a veces he visto rechazar a un posible becario por la posibilidad de que aportase pensamiento crítico a un proyecto. ¿No es eso lo que interesa?
4) Hay pocos descubrimientos científicos que sean realmente relevantes.
5) Muchos investigan para aumentar su curriculum, para afianzar su trabajo o mejorarlo y muchas veces por pura vanidad.
6) Unos cuantos investigadores no tienen ideas propias y roban sus ideas a los que tienen sangre fresca e ilusiones, con tal de publicar y aumentar su curriculum y su vanidad.
7) La profesión de investigador está muy poco valorada social y económicamente, así que no entiendo a qué viene tanta vanidad…
8) Unos cuantos investigadores manipulan los datos para que salgan lo que ellos esperan que salga… ¿Por qué? ¿Por vanidad?
9) Las publicaciones científicas han dejado de ser un medio para transmitir la investigación, para convertirse en un fin en sí mismas. Es decir, lo prioritario es publicar, lo secundario es el qué.
10) Para tener un buen curriculum de investigador te piden que publiques en revistas importantes (de mayor impacto), pero esto muchas veces depende más de qué amigos tienes en una revista que de la calidad de tu investigación o de si ya has publicado en revistas importantes (lo cual cierra un círculo de absurdos y despropósitos).
11) Muchas veces se consigue desanimar a los investigadores apasionados por las burocracias, guerras de poder y egos de los jefes (que no llevan bien que sus subordinados tengan ideas e iniciativas propias).
12) Es fácil llegar a perder así la perspectiva en el mundo de la investigación, pues a veces parece dominar la lucha de egos por encima del bien común.
Estos 12 puntos nos muestran puntos oscuros en el mundo de la investigación, lo que no está reñido con la posibilidad de que haya investigadores entregados y apasionados, desinteresados e inteligentes, que han sido inasequibles al desaliento. Mis felicitaciones y ánimos para todos ellos. Lo malo es que parecen escasear en nuestros tiempos…
Revista Espiritualidad
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