Regocijaos, maltratadores del mundo. Un buen soplamocos a tiempo, quizá un brazo o un par de dientes rotos, ya no cuentan como maltrato. Así, todos contentos: Bajan las estadísticas de maltrato machista y a la vez se puede mantener esa milenaria tradición de dar de hostias a la parienta, "porque algo habrá hecho".
Claro que sí.
Ana Mato mostrando la nueva campaña de Sanidad: "Hostias sin marca: cómo hacerlo bien"