El vigente tetracampeón europeo, se enfrentará en la próxima jornada liguera al equipo que más veces ha descendido a Segunda División de la Historia, y que más veces ha estado como farolillo rojo de todos los tiempos. Esta es a priori, y a posteriori pase lo que pase, la carta de presentación de ambos clubes ante el partido doméstico del próximo sábado.
El mal llamado “derbi”, hace que alguna gente confunda este partido con la máxima rivalidad por la consecución de la supremacía, y la realidad les abofetea sin piedad, cuando se dan cuenta de que las distancias llegan a ser astronómicas entre ambos contendientes en todos los registros estadísticos posibles. Si es un “derbi” es porque mediáticamente es mantenido de forma artificial -tal cual- por la prensa local sevillana, sencilla y llanamente, porque a la nacional le importa un bledo.
Fútbol es fútbol, lo que permite que cualquier equipo pequeño pueda ganar al grande en algunas ocasiones, poco importará qué pase posteriormente; convertirán en héroe y subirán a los altares al que marque el gol de la victoria, lo que será convalidado como un título a refregar al palanganeo durante años. A falta de pan buenas son tortas y a los antecedentes nos remitimos, no nos inventamos nada.
Si ganan será porque el Betis ha hecho un buen partido, son mejores, han tenido un planteamiento mejor, pero si pierden será porque el Sevilla FC es ayudado por los árbitros, porque son unos marrulleros y tramposos, mantiene buenos contactos en las élites federativas, o bien abónense al argumento de la ‘flor en el culo’, el caso es que el equipo blanquirrojo nunca gana en buena lid desde su óptica. Son historias que nos conocemos ya de toda la vida.
La cuestión es que si ganan al equipo sevillista tendrán su temporada hecha y se catapultarán hacia las estrellas, no en vano habrán ganado a un campeón europeo, un equipo que hoy tiene más títulos que aquel “cherzi” que recuerdan haber vencido como una gesta mundial. Nacieron para eso precisamente, ser rivales del equipo que nació para dominar Sevilla, no nos lo inventamos. Lo reconocieron en sus inicios y siguieron haciéndolo a lo largo de la historia, a través de las declaraciones de sus presidentes.
Los derbis y la “liga particular” son una reminiscencia de épocas pretéritas del Sevilla FC, enfrentamientos obligatorios siempre que el otro club de la ciudad coincidió en Primera División, o en las pocas veces que coincidimos en la División de plata. Son tristes recuerdos del Sevilla FC más mediocre de la historia, una instancia en la que no debemos caer nunca más, pues librarnos de ella nos hizo evolucionar como club, como afición y como equipo internacionalmente conocido, deshaciéndonos de localismos absurdos.
El partido doméstico se centra en un equipo que concursa a intentar acercarse de lejos respecto al sevillista de a pie, que tiene que soportar las sandeces del vecino de abajo, del camarero, o los improperios del jefe escocido en silencio por años de sufrimiento futbolístico, que celebrará la victoria como si de un campeonato se tratase, intentar quedar por encima de su eterno rival y tirar cohetes compulsivamente. Un espejismo para el bético sediento de títulos que cree ver un oasis en medio del desierto.
Lo que otrora se llamaron debrbis, pertenece a un pasado al que el Sevilla FC no debe volver. Que sigan ellos con sus derbis, nosotros a mirar hacia arriba.