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Verde viento. Verdes ramas. Verde blog

Publicado el 09 julio 2012 por Esperanza Redondo Morales @esperedondo
En estos últimos días he visto que varios blogs se unían a una iniciativa que me ha parecido de lo más interesante. Se trata de la propuesta Un blog, un árbol de Geniale, de la que podéis conocer todos los detalles aquí. El resumen viene a ser, más o menos, que el CO2 que produce un sitio web por las visitas que recibe puede ser absorbido en parte por los árboles.
Es decir, un árbol contrarresta las emisiones de dióxido de carbono de un blog, por un tiempo correspondiente a 50 años. Así, si por ejemplo nuestro blog produce 3,6 kg de CO2 al año, y un árbol, en el mismo tiempo, anula 5 kg de CO2, si ayudamos a plantar uno, podremos seguir escribiendo en el blog durante 50 años más.
Verde viento. Verdes ramas. Verde blog
Siempre he intentado, dentro de lo posible, ser lo más ecológica que puedo; además llevo también cerca ya de tres años cultivando mi propio huerto, un huerto ecológico en el que no se pueden utilizar productos químicos y por lo tanto no dañamos el medio ambiente. Verde es el color de esta iniciativa; verde el color de la mayoría de las plantas; verde el color de la esperanza... Está claro que esta propuesta me viene que ni al pelo. Si os animáis a apuntaros, simplemente debéis escribir una entrada en vuestro blog y enviar por correo electrónico, a [email protected], un enlace a la misma; sólo con este gesto, ellos se encargarán de plantar un árbol.
Así que sólo me falta añadir, ya que esto es un blog literario, un poema de Federico García Lorca que me encanta desde siempre y que creo que es muy apropiado...
Romance sonámbulo
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
- Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
- Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
- Compadre, quiero morir,
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
- Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
- Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
- ¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
Verde viento. Verdes ramas. Verde blog

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