A cuántas madres nos gustaría que esta frase saliera de la boca de nuestros hijos cada vez que les damos algún alimento verde. A todas. Seguro. Mis hijos comen verdura cada día. No les gusta, remugan, se quejan, pero se la comen. Hoy os quiero explicar cuál es la rutina culinaria de nuestra casa.
Comer verdura no es hacer dietaCada vez que explico a alguien que en casa comemos mayoritariamente verdura y cosas a la plancha, la inmediata es: Ah, haces dieta. Pues no. Yo no considero que haga dieta porque como de todo, que me gusta y, sobretodo, no paso hambre. Tengo la gran suerte que me gusta la verdura. También me gusta la pasta, las legumbres, pero la verdura no me desagrada en absoluto. Será porque mi madre desde pequeña me educó a comerla.
A comer también se enseñaY es que, igual que a los bebés y los niños se les enseña a dormir, a vestirse, a lavarse los dientes, también se les ha de enseñar a comer. Y lo cierto es que lo tenemos más fácil de lo que nos pensamos porque no tienen acceso a nada. ¡No pueden abrir la nevera! Cuando son pequeños no saben que existen los caramelos ni las fritangas. Así que, cuando tienen hambre, se comen lo que tienen delante.
Nadie dijo que fuera fácilExacto. Que mis hijos coman verdura no ha sido un camino de rosas. Bebé Gigante, a la hora de cenar siempre me deleita com la misma cantinela:
- Mamá- ¿Qué?- ¿Qué cenaremos?- Judía verde con patatas y pollo a la plancha- ¡No me gustan las judíííííías!
Podéis cambiar judías por col, coliflor, acelgas, cualquier vegetal. Para desdramatizar, yo le respondo a su última queja antes que él haciendo gañotas y no se puede aguantar la risa. Tras este primer paso de desdramatización, viene la boca del león.
La boca del león para hacerse fuette fuetteA nosotros no nos ha servido el avión. Pero hay muchas invenciones para llevarnos a nuestros hijos a nuestro terreno. Cuando Bebé Gigante era más pequeño y se quejaba por la verdura, su padre le decía que si comía mucho y abría la boca como un león se haría fuerte como él. Eso de llegar a ser como su padre le llegó al alma. Abría la boca más que el león de la Metro. Ahora es él quien se lo dice a Pequeña Foquita y, oye, también abre su pequeña boquita.
La imitación también sirve con la comidaCuando los niños se quejan por la comida y ven que sus padres comen lo mismo llega un momento que los argumentos se les acaban. Aunque es un poco pesado comer a las mismas horas que ellos, si se puede es conveniente porque ven que mamá y papá también comen verdura.
De hecho, hace unos días, hice col para cenar para Bebé Gigante y para mí. Me pareció que Pequeña Foquita aun era un poco pequeña para la col así que añadí unas judías verdes y se las puse en su plato. Cuando nos sentamos a la mesa lo retiró y señaló el mío diciendo, mama, col. Terminó comiendo col.
Del mismo modo que nos imitan cuando cogemos el teléfono, barremos o limpiamos con un trapo, también nos imitan comiendo. Si no comemos con ellos no sólo no nos imitan, sino que el rato que están en la mesa se les hace realmente pesado. Y es una buena manera de obligarnos los mayores a comer también sano.
No sólo de acelgas vive el hombreEvidentemente también les doy otro tipo de alimentos a mis hijos, sobretodo el fin de semana, pero quiero que se acostumbren a que la verdura es lo básico. Y el resto de cosas, como la pasta, o las carnes, lo más suaves posible. Sin refritos excesivos.
Como he dicho al principio, alimentar a nuestros hijos es también educarlos. Es evidentemente que a nadie le amarga un dulce pero creo que desde bien pequeños han de ser conscientes de la importancia de una dieta sana.