Revista Sociedad
El encuentro de Santamaría con Lagarde y los guiños de Merkel al inquilino de la Moncloa no han apaciguado las turbulencias en el vuelo de los mercados. Los malos augurios del rescate ponen en jaque la incompetencia de las élites para sacar a Hispania del peligro de su quema. Las políticas de austeridad y el desmantelamiento del bienestar no han servido para vislumbrar los brotes verdes de los prados de Zapatero. Con la tasa de paro más alta de Europa y la prima de riesgo "in crescendo" por momentos, la cuarta potencia del chiringuito tendrá que hacer malabarismo si quiere ganarse el aplauso de sus vecinos de arriba.
La vergüenza de Rajoy por prometer la luna a cambio de la nada, y la figura de Rubalcaba atrincherada en las bambalinas de la tormenta, sitúan al espectador ante el visionado de una película de reparto mediocre y guión arrugado. La visión europeísta de España impide al jinete de las gaviotas ver las grietas de los árboles desde el vuelvo de sus rapaces. Es precisamente esta perspectiva equivocada de conceptos económicos mezclados con la política, la que se traduce en decisiones inútiles acordes con Alemania y divergentes con España. Las futuras pesetas de la democracia de González serán la amenaza constante, que se verterá desde las turbinas de la cultura, para salir de una vez por todas de esta esclavitud llamada Europa.
La irresponsabilidad organizada de las corporaciones económicas para salir fragantes de las aguas sucias de Bankia ponen el acento en un país de pícaros y lazarillos donde salvar el "culo" resulta más importante que rendir cuentas al pueblo. Es paradójico que las víctimas del timo – los bankeros – no hayan movido los hilos para exigir en los bankillos el empobrecimiento de sus activos. La subcomisión de investigación – la oculta, la de Rajoy - servirá para echar el cerrojo a un chiringuito putrefacto dirigido por los amiguetes de Aznar y los correveideles de Aguirre. Una vez más el miedo de los políticos a la escenificación pública de sus vergüenzas deja sobre la mesa la escoria que nos gobierna.
Desde la crítica debemos aunar esfuerzos para construir una democracia basada en los pilares de la responsabilidad. Unas reglas de juego con instrumentos de control que impidan al corrupto ganar la partida mediante sus tretas y mentiras. La inminente salida de Francisco Correa de la rejas de Gürtel, la evaporación del polvo levantado por el caso Urdangarín, los 30.000 niños robados bajo la supuesta trama de Sor María, los inversores engañados de Rumasa, las aficiones del rey y muchísimos casos más; son una muestra insignificante, de una España ridícula al borde del abismo por una clase política, más preocupada de sus intereses de partido que de las penurias mundanas.
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