Ilustración de Lorenzo Petrantoni (http://www.lorenzopetrantoni.com/illustrations/)
Por Rodrigo Villacís
(Publicado en diario Hoy el 01/Abril/2005; recuperado de Explored)
Por curiosidad, me puse a revisar el par de volúmenes de Luis Nueda publicados por Aguilar bajo el título de Mil libros, a ver si constaban ahí las novelas de Julio Verne, de cuyo fallecimiento, el 24 de este mes, acaban de cumplirse 100 años. Siempre admiré el gigantesco trabajo de Nueda, quien, dedicara su vida a leer y resumir “las obras más importantes que han visto la luz en todos los tiempos”, según Julio Casares. Pero quería saber si las innumerables páginas del escritor francés, que han cautivado con su fantasía a tantas generaciones de jóvenes lectores, habían calificado para entrar en esa colección de títulos privilegiados. Y encontré que sí, que allí estaban creo que todas las novelas de Verne, más de 60 (!). Tantas que Nueda considera necesario explicar por qué las dedicó un espacio tan amplio.
Al hacer la revisión y selección de extractos -dice Nueda-, resolví en principio suprimir los referentes a las obras de Julio Verne, consideradas de ordinario excesivamente pueriles. Mas, luego de pensarlo mejor, creí que un deber de gratitud me obligaba a hacer pública ostentación del buen recuerdo que siempre guardo para el que fue mi autor predilecto en los felices años de adolescencia; al que debo los ratos de deleite intelectual más inolvidables; al que me inició en la pasión por la lectura y ocupó con sus vistosos volúmenes los primeros huecos de mi naciente biblioteca, y, en suma, al que inspiró la idea de reseñar los interesantes argumentos de sus narraciones, estableciendo con tales reseñas la base sobre la que fui levantando el edificio del presente libro”.
Otro sabio lector, Hernán Rodríguez Castelo, sitúa también a Verne entre los grandes autores universales de novelas de aventuras y, en su libro Camino del lector (Banco Central del Ecuador, 1988) ubica sus obras entre las adecuadas para la “pre-adolescencia”, los 12 años, la llamada “edad heroica”. Yo ampliaría algo más esa edad, porque varía de persona a persona, pues no todos maduran al mismo tiempo. Pero en cualquier caso sí es importante que ciertas lecturas -las de Verne precisamente, entre otras- se hagan en el momento oportuno, porque, de lo contrario, ya no se harán después, o al menos no con la misma emoción, y eso es tan lamentable como haber cruzado un maravilloso paisaje con los ojos cerrados.
En la actualidad hay en las librerías bellas ediciones de Verne, que es grato hojear, algunas con artísticas ilustraciones y que, por tanto, tientan, más que invitan a la lectura de los jóvenes, a los que están destinadas. Antes solo podíamos disponer, al menos en provincias, de esas rústicas ediciones en papel periódico, muy pobremente presentadas y en letra menuda, que nos llegaban de Chile y la Argentina. Sin embargo, apurábamos esas lecturas con la avidez del viajero sediento que en el camino encuentra una fuente de agua fresca y cristalina. Y aquella incomparable satisfacción que sentíamos entonces, la conservamos todavía.
Archivado en: Novela, Opinión Tagged: Julio Verne