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Creo que no fui culpable de todas las cosas que nos sucedieron. Al menos, no tengo el cien por cien de la culpa.Nuestros caminos se fundieron en uno cuando lo decidimos, y entre palabras malsonantes y risas hirientes, nos fuimos separando. No digo que fueras tú el que causara tanto dolor en un cuerpo que olvidó una vez lo que era sentir, pero tampoco digo que fuera yo la que te hiciera recordar por qué no confiabas en la gente.Fue durante un momento de debilidad, o eso me dijiste. Cuando tú estabas lo suficientemente lejos de mí como para poder creerte todos los rumores, y yo lo suficientemente cerca de ti como para saber que creerías cada palabra que escucharas. Estábamos algo nerviosos por empezar una historia sin rumbo ni definición, y por eso, cualquier brecha que apareciera, podría ser la última y definitiva.
... Pero, ¿sabes qué? A pesar de que me gritaste lo mala persona que era la última vez que te vi, cuando te veo en mis sueños, no vivo esa experiencia. Vivo los momentos nocturnos tumbados en el césped. Tú me decías que te sabías todas las constelaciones, y yo no te creí. Me demostraste que, no sólo sabía cada uno de sus nombres, sino también su historia. Y ya no sólo sabías de estrellas. Sabías brillar con luz propia.Lograbas con tu mirada verdeazulada descubrirme mundos que pensé que jamás me enseñaría ningún hombre.
... Y tú, sin embargo, recordarás escenas que nunca viste ni sucedieron. Cómo te engañé, cómo besé a alguien que ni tan siquiera conocía, y cómo te seduje para hacerte daño.
¿Por qué no quisiste escucharme?