Juan Antonio Masoliver Ródenas (Barcelona, 1939) ha sido catedrático de literatura española y latinoamericana de la Universidad de Westminster de Londres. En la actualidad vive en El Masnou. Es crítico literario del suplemento Cultura/s de La Vanguardia de Barcelona. En México es o ha sido colaborador, entre otras publicaciones, de Vuelta, La Jornada Semanal, Letras Libres, Fractal y Crítica. Una amplia recopilación de artículos y ensayos sobre literatura española y mexicana ha sido recogida en Las libertades enlazadas (2000) y Voces contemporáneas (2004), respectivamente. Es autor de dos antologías de cuentos españoles contemporáneos, The Voices of Desire (1993) y, en colaboración con Fernando Valls, Los cuentos que cuentan (1998). Como narrador ha publicado los libros de relatos La sombra del triángulo (1996), La noche de la conspiración de la pólvora (2006) y La felicidad/El jardín de las jaulas (2009), y las novelas Retiro lo escrito (1988), Beatriz Miami (1991) y La puerta del inglés (2001). Ha traducido entre otros a Cesare Pavese, Giorgio Saviane, Carson McCullers, Djuna Barnes y Vladimir Nabokov. Su obra poética ha sido recogida en Poesía reunida (1999). Posteriormente ha publicado La memoria sin tregua (2002), Sònia (2008) y el libro de poemas en catalán, El laberint del cos (2008).
Y ahora permitidme
Y ahora permitidme que en la locura
adivine quién soy.
Un pobre ciego entre guijarros.
Mis pies pisan el mar sin barcas,
mi memoria me devuelve a mi madre
muerta con su delantal de florecitas
entre dalias. Me mira con desprecio,
habla con la baba en la boca,
me enseña obscena un pecho
sin pezón. Y luego llega mi padre
con los zuecos en la mano,
entra en la casa pisando el lodo
del pasillo, ¿o es excremento?,
y va a la luz del comedor
con los cuadros de Miguel Villà
y de su hermano, y la golpea
hasta que sangra y me ciega
y me devuelve a la ceguera de hoy,
sin más infancia que un dolor
en la tetilla izquierda. La virgen
de los pezones llora en la capilla
de la cera. Dios, en la cruz,
se abandona a la agonía
eterna. Mi ceguera me hace feliz
entre guijarros de agua,
demente como mis pies
sin cuerpo.
Ahora que el corazón me duele como nunca…
Ahora que el corazón me duele como nunca,
como un espejo, sí, como un espejo
herido, como un sol incendiado o las cenizas
de sol en la mirada de lo que fue:
días de amor como dicen que son
en la penumbra los muebles de una alcoba,
sus espejos, los cuerpos que reposan
en la indolencia de un prado o de una cama.
Al pintar iniciamos la creación
de la realidad. El tiempo ignora este instante
de dicha, este dolor del lienzo
que revela el cuerpo que ahora duele
tanto porque es tan sólo el cuerpo
de un instante. Y está aquí, con nosotros.
Como el día del amor en el lienzo,
sin ventanas, ni luces, ni paisaje,
sólo este hondo dolor,
este abrazo que ahora, en el vacío,
es una herida, como las sombras
que dejan los muertos más queridos
en nuestros ojos. Y duele tanto
amarles. Y amarla duele más
porque está viva y no está aquí
y es feliz y ha olvidado mi abandono.
De “Los espejos del mar” 1998.
Juan Antonio Masoliver Ródenas
Antología poética en A Media Voz.
El falso extranjero. (Enrique Vila-Matas, Letras Libres)
El cartógrafo de lo imaginario. (Juan Villoro, La Vanguardia) PDF