Poner versos musicales a las coloridas pinturas o poner color a la musicalidad de sus versos, fue lo que el extraordinario pintor español José Luis Marín Aranda logró en el libro “Versos para Van Gogh”.
Esta hermosa obra, que funciona también como una galería pictórica, contiene interpretaciones de la obra de Van Gogh. Viene precedido -o mejor dicho bautizado- con un impresionante prólogo por el Catedrático y Académico español, Francisco Gutiérrez Carbajo. Es un prólogo enriquecido con ejemplos e investigaciones. Sus inteligentes aseveraciones son sustentadas por estudiosos de todos los tiempos. Gutiérrez Carbajo va obra por obra, señalando, añadiendo y haciendo un preciado estudio. Recorriendo las venas de la literatura y los tonos de las pinturas para sustentar las relaciones entre poesía e imágenes en que se basa esta obra.
Este es un libro moderno, en él encontramos las sesenta pinturas que Marín Aranda escogió, entre la vasta obra del pintor holandés, escaneadas con códigos QR que permiten visualizarlo fácilmente a través de un dispositivo móvil. Es un libro sorprendente donde muchas de las disciplinas artísticas se encuentran en comunión. En base a esto, en una reciente entrevista realizada por Graciela Echangue, productora y directora del programa “Pasión por las letras”, esta opinó sobre la multiplicidad en el arte de Marín Aranda con las siguientes observaciones:
“Marín Aranda tiene el arte incorporado en su ADN”. También dijo:
“Muchos artistas como él tienen más de una cuerda en su arco”.
Veintiún ilustraciones acompañan el libro incluyendo portada y contraportada. Veintiún acercamientos pictóricos de las obras. Interpretaciones fascinantes. En la página 140 de la obra: “La siesta (Según Millet)” el propio Van Gogh hace interpretación de un autor que también él admiraba: Millet. Y en una carta que le hace a su hermano Theo dice lo que hace no es copiar a Millet sino traducirlo al idioma de los colores, ya que la obra de Millet estaba en blanco y negro.
Marín Aranda también traduce a Vincent Van Gogh. A el idioma del verso, de la lírica y de la interpretación artística.
Tuve la inmensa suerte de participar con Marín Aranda en una serie de conferencias en Túnez, África. Estando sentados en la Medina de Tunis, tomando un té de almendras, luego de una presentación, pude observar cómo nuestro autor admiraba los colores que lo rodeaban, los cojines de los asientos, los atuendos del cantante que nos animaba, la luz mortecina y especial que dejaba un halo misterioso en las flores azules que se enredaban por la baranda de la escalera. Entonces él dijo: “Qué ganas de ponerme a pintar, casi no puedo soportar el impulso de plasmarlo todo”. Esa fue la demostración de que estaba en presencia de un verdadero artista. Es además un ser maravilloso capaz de reconocer e interpretar el talento y un estudioso del mundo, bien sea de una rosa, la sonrisa de una mujer o la vasta obra de un pintor que ya va a cumplir 130 años de fallecido.
Marín Aranda se convierte en lector del género epistolar que deja Van Gogh para lograr la mejor interpretación de sus obras en el tiempo y el espacio. Como si hubiese presentido la presencia de los estudiosos de su obra Van Gogh deja autorretratos, no solo de su persona física, sino la narración de sus emociones. Explica lo que motivó su obra, los tratamientos del color que uso, la geografía que lo circundaba etc.
Marín Aranda en este libro, escribe en prosa, en verso libre, verso blanco, haiku, soneto y todas aquellas expresiones literarias que lo acerquen a la obra del pintor. Pero insiste en que es el verso libre el que más le define, no solo en este libro sino en toda su obra. Luego de estudiar durante su juventud a Espronceda, San Juan de la Cruz, Campo Amor, los dos hermanos Machado y otros clásicos de la literatura, se decanta por la libertad. Define su propia voz poética en un mundo libre considerándose un soñador y un romántico.
En la página 48, en el estudio del óleo sobre lienzo “El huerto blanco” Marín Aranda nos reseña una carta que Van Gogh le escribe a su amigo Bernard:
“Actualmente estoy atrapado por los árboles frutales en flor: melocotoneros rosas, perales blancos-amarillos. No sigo ningún sistema en la pincelada. Golpeó el lienzo con toques irregulares, que dejo tal cual están”
Aunque no soy una experta en la materia, mi humilde observación es que ambos pintores presentan el mismo gusto por la libertad en sus creaciones artísticas.
Si Van Gogh y Marín Aranda hubiesen estado en el mismo tiempo y geografía apostaría a que hubiesen sido amigos, tal vez se hubiesen escrito cartas y para demostrarlo este libro, que rompe los relojes y los calendarios para acercarlos. Ambos son unos apasionados por el color, la apreciación de la naturaleza, el gusto por las artes y los golpes del pincel en el lienzo.
Después de todo, como si de una grandiosa amistad se tratara, Marín Aranda escribe este libro que va más allá de ser un tratado artístico, siendo un estudio detallado y humanizado de la obra. Tal como lo apuntó Francisco Gutierrez Carbajo al final de su exquisito prólogo: “Miramos todo con gafas literarias y pictóricas”, citando a Michel Butor de que (“La invasión de las imágenes”, en Escritura y multimedia, J Camarero y A. Serna, Universidad del País Vasco-Diputación Foral de Álava, 1994, p. 22). Y es así, a través de esas gafas que describe Butor como se escribe este libro.
Detrás de cada una de las pinturas de Van Gong se desarrolla una historia que la lleva a la vida, que la despega del lienzo y se cuela en el corazón. Esto puede darse en la interpretación de cada observador, o podemos ir más allá, como lo hizo nuestro poeta y pintor español José Luis Marín Aranda. Podemos ir al alma de las obras gracias a las múltiples cartas que el autor dejó, especialmente a sus hermanos Whilemina y Theo así como a sus amigos Emile Bernard, Gaugin y Rappard. Igualmente nuestro autor también hace un estudio exhaustivo de los museos donde se encuentran las obras que él escogió para su estudio: El Museo Van Gogh de Ámsterdam, el Museo de arte de New York (MoMA), J. Paul Getty’s Museum, Museo Kroller Muller, Museo D’Orsay en París, Museum of Art Norton Simon en Pasadena California, por nombrar solo algunos, así como también recurrió a múltiples galerias de arte y colecciones privadas.
Estuve recientemente en el Saint Louis Art Museum en Missouri. Me encontré con 5 obras de Van Gogh expuestas y me indicaron que dos más en forma de bocetos estaban guardadas para su protección y expuestas solo en eventos especiales. Presenté curiosidad por estas obras. Las distinguí entre la mayoría aún antes de ver la firma y el autor. El libro de Marín Aranda me ha ayudado a conocer a Van Gogh. He podido asociar sus obras con su vida. Me ha abierto una ventana a la historia que los inspiró y por eso entiendo la importancia de llevar este libro a las universidades, a las escuelas de arte ( y a todas las demás por supuesto), a los museos y a nuestras mesas de noche y bibliotecas personales.
De hecho tuve la suerte de escuchar una ponencia suya sobre el autor en la Universidad Antonio Nariño de Bogotá Colombia, organizada por la profesora y coordinadora de la licenciatura en español e inglés, Nelly Yolanda Ballona, donde Marín Aranda les hizo una interesantísima charla a los estudiantes sobre Vincent Va Gogh, en la que al final estos estallaron en interesantes preguntas. Esta es la clase de educación que se necesita.
Marín Aranda tiene también experiencia como docente en escuelas de negocios. Estuvo gran parte de su vida dedicado a la consultoría como alto directivo de la dirección y desarrollo del personal. Pero siempre lo acompañó el amor al arte. Que ahora se ha desbordado en siete libros publicados y muchos premiados. Más una cantidad sorprendente de proyectos por realizar. Marín Aranda es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, Capítulo Reino de España, así como de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. Sensible a la promoción del arte, es socio fundador de la Galería Liebre, de Madrid, en el año 2011, para la exhibición, divulgación y comercialización de obras de arte y diseño contemporáneo. Ha participado en diferentes antologías compartidas con otros autores de diferentes latitudes. Uno de ellos es “Cuarentena Literaria, relatos y poemas escapados del encierro”, 2020 en la que aparecemos de coautores junto con 38 autores más para conformar cuarenta. Así como muchos otros trabajos y publicaciones en revistas.
Sus libros publicados son:
“La raíces del tiempo” (2014), “El patio amarillo” (2017), “Aromas de Otoño” (2018) este premiado en la feria del libro de Madrid de ese año como premio internacional de poesía Sial Pigmalión 2018 y premio Escriduende al mejor libro de poesía ilustrado de la feria de Madrid. Cuentan igualmente dos libros publicados en Colombia por la Universidad Externado en el 2020 “Huellas y paisajes” y “Miguel Hernández, antología poética”. Parte de su obra está traducida al francés. El libro “Aromas de Otoño” trata de una historia de amor expresada en verso, un idilio, aunque también está allí presente la naturaleza, los ríos, los montes, el mar, la montaña y la naturaleza en esplendor bajo su mirada y sus sentimientos.
Todo este enorme despliegue de poesía y pintura, publicado y expuesto, lo llevan a ser un maestro capaz de entender y descifrar los trazos y la utilización del color y el arte de Van Gogh para componer este libro “Versos para Van Gogh” publicado en el 2020 por la editorial Sial Pigmalión de Madrid. Cabe destacar que el libro es parte de la colección de Poesía Pigmalión, que está avalado por un comité científico que se rige por un proceso de evaluación y revisión anónima realizado por dos especialistas de prestigio en el área.
José Luis Marín Aranda tiene una casa frente al Mediterráneo y le he escuchado decir como la luz especial de ese lugar le ayuda a su trabajo de pintura y lo estimula para su escritura.
En la página 50 de Versos para Van Gogh, en el análisis y comentario a “Barcas de pesca en la playa de Le Saintes-Maries de la Mer”. Se citan las palabras del pintor en una carta a su hermano Theo (499F) en la que describe así el Mediterráneo:
“-Al fin te escribo desde Saints Maríes a la orilla del Mediterráneo. El Mediterráneo tiene un color como el de las caballas, es decir, cambiante, nunca se sabe si es verde o violeta, nunca se sabe si es azul, porque, un segundo después, el cambiante reflejo ha adquirido un tono rosa o gris”.
Qué encuentro maravilloso entre dos pintores. Qué homenaje le hace Marín Aranda al conocido pintor holandés, pero sin darse cuenta el homenaje se lo hace a él mismo, a su talento y a su sensibilidad.
Voy a transcribir este poema, pues es uno entre mis favoritos. (Aunque me cuesta decidirme por la calidad de la palabra y su asociación fiel a los cuadros):
Por favor vean el cuadro y lean a Marín Aranda para que se transporten del color al verso, de la musicalidad del verso a la imagen y de la personalidad a la palabra. Ver el cuadro, leer el comentario y apreciar el poema es presenciar el rompimiento del tiempo entre dos artistas que se dan la mano:
Juzguen por ustedes mismos:
Barcas de Pesca en la playa de les Saintes-Maeries-De-La- Mer (Por Marín Aranda)
La mar, dimensión oculta
en la maraña del universo,
encuentro de la tierra y del agua,
freno y empuje de dos fuerzas
que se atraen, como el lienzo
y el pincel, como dos labios
que se enamoran en el el beso
que les une.
de un lado, la materia inerte,
del otro la sutileza del movimiento,
la ola que inunda con su esperma
a la tierra adormecida,
y el cielo, testigo del encuentro,
compañía lejana que los envuelve
Sobre las nubes que desgarradas caen.
Mientras jugando con las ondas blanquiazules
mariposas de la mar se entretienen.
Una inmensa marea las mueve
en el silencio de las noches.
Quizás descarga la tormenta.
La playa reclama su presencia en la aurora
Y ellas se dejan posar
Como si una pluma en la arena
atraída fuera por la corriente
Y en la tarde esquiva de la brisa
Se preparan para volver a la desnudez
traidora de los vientos.
Van Gogh tuvo una vida que podríamos definir como trágica y perturbada y tal vez por eso mismo su obra está plasmada de sentimiento.
Un Van Gogh atormentado y enfermo, se disparó en el pecho, y acabó con su vida, pero sabía que su obra sobreviviría. Quisiera terminar esta reseña con las palabras que Marín Aranda uso al final de su poema dedicado a la obra “La noche estrellada”:
“Veo que al fin tomaste el tren de la muerte para vivir en una estrella”.
Y yo agregó pero vivirás en tus pinturas y en los libros que te dedicaran grandes artistas como José Luis Marín Aranda de Cádiz.