El mes pasado me lo pasé pensando en cómo hubiera sido mi vida si nunca hubiera dejado de escribir este blog. Si la inspiración me hubiera pillado escribiendo, en lugar de vagar por mundos imaginarios; si las ganas no se hubieran desvanecido y si todo no se hubiera vuelto incierto. Si la pasión no se hubiera acabado o si nunca hubiera dejado de emerger. … flames to dust …
¿Y, si este espacio hubiera sido uno de los sucesos más extraordinarios de mi vida?
… why do all good things come to an end? …
Ayer, en cambio, evite que todas esas sensaciones se apoderasen de mí. Me sorprendí a mí misma llorando ante una historia encontrada en un libro. Un relato que nada tiene que ver con lo que soy, pero que me hizo reflexionar. Me hizo creer y aferrarme a una nueva esperanza; así que, enjaboné mis opciones, aclaré mis ideas, actué de acuerdo a la oportunidad que tenía ante mis manos, y me pregunte: ¿qué será de mí si recupero las contraseñas perdidas y empiezo de nuevo el blog?
De repente el agua de la ducha salió fría. Era inútil disfrutar del placentero momento de spa casero a deshoras, un martes cualquiera del mes de junio, si se me habìa ocurrido algo mucho mejor que hacer. (No era un martes cualquiera)
De repente, me entro miedo. Vértigo. Y una sensación de quiero y, por supuesto, que puedo. Solo tenía que hacer un esfuerzo de memoria, recordar la dirección de correo, la famosa contraseña, pivotar una situación que fue mal según lo planeado hace años y convertirla en algo beneficioso para mi futuro. (Crear una forma de abrirme a las oportunidades a las que un día me cerré)
Y, como estoy aprendiendo a fiarme de esa intuición que siempre me ha acompañado, pero a la que nunca he hecho caso, eccomi qua, superando ese miedo paralizador que durante años me ha impedido responsabilizarme de una gran experiencia vital (la experiencia de escribir) y transportando mi parte más débil (la vergüenza y el qué dirán) hasta la más fuerte (seràs todo que lo quieras llegar a ser).
Quizá mi proyecto de blog convertido en desastre de la procrastinaciòn sea, un mañana, ese conjunto de ocasiones que me ayudaran en mi evolución y con las que aprenderè a proyectarme a mí misma.
… we are what we don't see …
Y así, encontrando la paz dentro de la violencia de mis pensamientos, me permito empezar un camino donde ni voy a entender hacia donde me lleva, ni pretendo aceptar que todas las cosas buenas siempre tienen un final.