Revista Cultura y Ocio
Cada vez son más comunes la ferias y eventos medievales que se celebran en nuestro país y en muchas de ellas se anima a vestir disfraces medievales. Pero, ¿cómo vestían realmente en esta época? ¿Son las concepciones actuales fieles a lo que realmente se vestía en aquel momento? Hagamos un recorrido por lo que sabemos acerca de la vestimenta visigoda.
Hasta fines del siglo XIV, el traje medieval europeo más típico fue la túnica, en diferentes formatos, una derivación de la túnica, la toga y el manto romanos a los que se unieron elementos propios de la indumentaria de los pueblos germánicos y características de la vestimenta bizantina y, en el caso particular de la Península Ibérica, de la indumentaria musulmana. La túnica es un vestido holgado, de corte sencillo, muy uniforme e impersonal, que se llevaba directamente sobre el cuerpo o bien sobre otra túnica. Además es prácticamente igual para ambos sexos y para cualquier edad, siendo el único rasgo diferencial que el largo de las prendas era más acentuado en las túnicas de las mujeres. Como materias primas se utilizaban principalmente la lana, el lino o el cáñamo y, por la influencia musulmana, se añadieron tejidos nuevos elaborados con la seda o el algodón.
La llegada de los pueblos germánicos tras la caída del Imperio Romano no va a suponer un cambio abrupto en el modo de vestir de los hispanorromanos. La vestimenta de esta época es en general una continuación del modo de vestir romano aunque según las Etimologías de San Isidoro y algunos restos arqueológicos, se puede añadir que los pueblos germánicos introdujeron las calzas así como elementos de adorno que eran portados sobre todo por hombres guerreros y de la nobleza.
Hombres y mujeres utilizaban ropa interior, calzones o bragas, prendas que envolvían los muslos, de lana o lino, pudiendo llevarse debajo otros interiores, de lienzo. Como calzado unos zapatos, los pedules, generalmente a modo de botines abrochados con cuerdas o cintas.
La vestimenta visigoda masculina
Sarcófago paleocristiano de Quintanabureba (Burgos). s. IV
Como hemos dicho el sayo o la túnica era la prenda más utilizada y existían varios modelos. La más común era la túnica con mangas, ya utilizada en el Imperio Romano al menos desde el siglo III. Otro modelo también de origen romano era la túnica talar que llegaba hasta los talones, muy extendida desde el siglo IV a partir del Imperio Bizantino; y las decoradas con listas o franjas verticales (clavi).
Isidoro de Sevilla menciona: la túnica pectoralis, una túnica corta mencionada por San Isidoro que era más utilizada en el siglo VII que en la antigüedad; la túnica escarlata o coccina, teñida de color rojo; y la túnica armilausa, que no parece de tradición romana era partida y abierta por delante y por detrás.
Aparece en algunos relieves visigodos como el sacrificio de Isaac en un capitel de San Pedro de la Nave.
Túnica talar en un relieve de Quintanilla de las Viñas (Burgos) s. VII
Túnica Armilausa. San Pedro de la Nave (Zamora)
Sobre la túnica llevaban un cíngulum o cinturón con gruesa hebilla, de las cuales se han encontrado numerosos ejemplos en las necrópolis excavadas.
Otros adornos eran los broches de cinturón circulares, hebillas con placas muy ornamentadas, fíbulas para sostener la túnica, una a cada lado, de tipo pinza u otras a modo de alfiler o imperdible.
Muchas se elaboran en oro, plata o bronce y con incrustaciones de pedrería, esmalte y repujado.
Broche visigodo hallado en Herrera de Pisuerga (Palencia). Museo Arqueológico Nacional.
Fíbulas visigodas de puente. Herrera de Pisuerga (Palencia). S. VI
Sobre la túnica, como prenda de abrigo, se llevaban varios tipos de manto. Uno era redondo y se llevaba recogido en el brazo izquierdo. Otro modelo, llamado chlamys o clámide era corto y semicircular y se anudaba sobre el hombro.
Otro tipo, citado por San Isidoro, era el mantum hispani, que cubría solo hasta las manos y que al menos perduró hasta el siglo X. También se usaba el pallium o manto rectangular, que se llevaba con un imperdible o una pinza.
Las calzas eran unas prendas para las piernas que llegaban hasta la cintura. Fueron introducidas en la península Ibérica por los pueblos germánicos. San Isidoro habla de bracae, femoralia y trubucos.
Las dos primeras son piezas cortas, siendo algo más largas las femoralia, que cubren también los muslos. Los trubucos eran una especie de pantalones, que podían estar atados en los tobillos.
En cuanto al peinado, el pelo largo fue el más usado por los hombres. En varios relieves visigodos aparecen individuos con melena rematada en bucle a la altura de las orejas.
La vestimenta visigoda femenina
Ya hemos comentado que apenas había diferencia en cuanto a las túnicas. Para las mujeres nobles había vestidos magníficos y lujosos de tradición romana: el regillum; el peplum, manto de las matronas bordado en púrpura; la palla; la estola. Un caso curioso es el manto llamado amiculum, propio de las meretrices romanas, aunque en la Hispania del siglo VII constituía un distintivo de honestidad. De procedencia oriental son el theristrum y el sindon o anaboladium, un manto realizado en lino que protegía los hombros de las mujeres
Las mujeres casadas llevaban un tocado que se conocía como capitulare y, entre las solteras, lo habitual fue el pelo suelto, costumbre que perduró durante casi toda la Edad Media, apareciendo en la documentación la expresión “manceba en cabello” para referirse a la mujer soltera.
Aunque algo posterior, en esta miniatura del Antifonario visigótico de León se puede ver algunos de las indumentarias aquí descritas. San Cipriano vestido con túnica de color de minio, manto azul, larga estola y tocado puntiagudo de obispo, que ofrece la cabeza a un sayón descalzo, con calzón bombacho, ropa corta ceñida a la cintura y una pequeña clámide colgando. Con la mano derecha señala a la víctima y en la izquierda blande una larga espada.
En otro artículo posterior abordaremos la vestimenta de la Alta Edad Media entre los siglos VIII y XI. Mientras tanto ya puedes buscar con un mejor conocimiento de causa disfraces medievales en sitios web como disfraces Mimo.
BibliografíaEtimologías de San Isidoro de Sevilla. Ed. Biblioteca de Autores Católicos, 2004.Carmen Bernis Madrazo: Indumentaria medieval española, Instituto Diego Velázquez, CSIC, Madrid, 1956Francisco de Sousa Congosto: Introducción a la historia de la indumentaria en España, Ed. Istmo, 2007
07/07/2017 Javier Iglesia Apariciohttps://www.condadodecastilla.es/blog/la-vestimenta-altomedieval-i-los-visigodos/&version;
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