Vestir de verano en invierno

"No tenía miedo a las dificultades. Lo que la asustaba era escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros."
(Paulo Coelho)



Me cansan los que siempre te recomiendan que no lo intentes. Los que siempre insisten en que no te arriesgues. Los que, cuando te das el batacazo, aprovechan la ocasión para decir "ya te lo avisé", como si no avisaran de los peligros siempre. Pero sobre todo, me aburren los que te obligan a elegir. Siempre. Y sin embargo, yo, casi siempre, lo quiero todo. Como ahora.

Una de las decisiones universales que marcará el devenir de tu vida, es ¿pelo largo o pelo corto? Pues yo me niego a elegir. Y me invento un pelo largo, que recogido en la nuca, engaña. 

Aún peor. Hay algunos (generalmente tu madre), que te obliga a elegir entre ropa de verano y ropa de invierno. Y con la primera lluvia te obliga a abandonar en una caja ese vestido tan mono que arrancaste de las manos del enemigo las últimas rebajas de verano. Pues por ahí no paso. El vestido de rayas, que me acompañó en las playas de Cádiz en invierno y en la expo de Gaultier en otoño, también vuelve en invierno.

Solo hay que saber "abrigarlo", con una enorme chaqueta de punto, unos guantes de cuero y las botas más calentitas del armario. 

Porque cuando alguien insiste en que algo es demasiado ambicioso para ti, que nunca podrás conseguirlo, cuando alguien te dice siempre que no puedes tenerlo todo es porque no se atreve a intentar tenerlo todo. Porque la suerte es de los valientes. Y de los que eligen. Sólo cuando hay que elegir.