Pues esta expresión, como muchas otras, tiene un origen tradicional muy curioso, relacionado con el mundo castrense (todo lo que tiene que ver con el ejército). En las marchas militares de los antiguos regimientos, el sargento mayor era el encargado de marcar el paso de todo el pelotón, y lo hacía balanceando un bastón, es decir, la porra (normalmente muy bien labrada y rematada con un gran puño plateado).
Pues bien, a la hora de acampar ese precioso bastón era clavado en el suelo en algún punto del campamento y cuando cualquier soldado cometía errores leves o no presentaba el comportamiento adecuado, el oficial lo mandaba a la porra. La expresión militar exacta era: ¡Vaya usarced a la porra, seor soldado! Allí aguardaba el amonestado hasta que se decidiera qué castigo se le impondría (a veces el propio castigo era permanecer allí sin hacer nada, no olvidemos que estamos hablando de amonestaciones leves).
Así que ya ven, en aquella época mandar a alguien a la porra era algo totalmente correcto y normal,era simplemente la manera de manifestar que algún soldado había sido arrestado; mientras que hoy día se ha convertido en un dicho de malos modos, duro y desagradable (aunque en ocasiones también gracioso). Es curioso como evoluciona la tradición lingüística según su contexto, ¿no es cierto?
Miriam Fopiani