Vettel festeja su 15ª victoria -EFE.
No hay un circuito donde se valore más la pericia de los pilotos y favorezca menos los adelantamientos es el circuito de Montecarlo, un trazado estrecho, casi dibujado en miniatura y donde la elección de neumáticos resulta decisiva. Un escenario que suena a lujo y en el que se vivió una prueba alocada y repleta de contratiempos. En los accidentes casi siempre estuvo presente Lewis Hamilton, sexto, que provocó dos salidas salidas del coche de seguridad. Primero con su intento de adelantar a Felipe Massa en el túnel -el basileño acabó estampado contra un muro y despotricó, y con razón por dicha acción- y la última, que implicó el abandono de Alguersuari y Petrov, que acabó en el hospital Princesa Gracia. El gran beneficiado de ese último safety car y la posterior bandera roja, por lo que la carrera fue suspendida temporalmente. Se permitió que los pilotos cambiasen los neumáticos y suspiró de Sebastian Vettel, por un día atosigado por dos pilotos, los que le precedieron en la clasificación (en Mónaco no hay podio): Fernando Alonso, segundo, y Jenson Button. Cada uno con una estrategia diferente.Lo de Vettel no es normal. Está convirtiendo el Mundial de la Fórmula 1 en algo previsible: se sabe quién va a ganar, él. Su dominio es tan grande que lleva siete victorias en ocho pruebas, cinco de seis este curso en el que ha sumado 143 puntos sobre 150 y aventaja en 58 a Hamilton, en 64 a su compañero Mark Webber -cuarto en Mónaco-, 67 a Button y 74 a Alonso. El asturiano volvió a estar genial en la salida, en la que superó por la izquierda a Webber. Ferrari estuvo también bien en la estrategia: en boxes Alonso, que hizo dos paradas, superó a Button (tres). Vettel hizo una por decisión propia, pues en Red Bull querían que realizase otra más. El actual campeón, que igualó las 15 victorias de Hamilton, aguantó como pudo los neumáticos, pero iba comprobando cómo sus principales rivales se acercaban sin remedio. Primero Alonso y después de Button, quien llevaba mejor ritmo de los tres.
Por un día a Vettel le salvó la campana: "Han estado a punto de alcanzarme. Mónaco es un gran premio loco, estoy contento con el resultado". Vettel nunca había ganado en un escenario tan singular y rebibió la casa de la mano del Príncipe Alberto. La encargada de repartir los trofeos a Alonso y Button fue su prometida, Charlene Wittstock. "Hice todo lo posible para ganar", reconoció el asturiano, que confesó que en los planes de su equipo estaba atacar al final. Las circunstancias, siempre tan caprichosas en Mónaco, le impidieron llevarlo a cabo.