Julián González Prieto
Julian es escritor, autor del Vexu Kamin, obra que ha tenido gran trascendencia, muy divulgada en conferencias, charlas radiofónicas, Revista del Ateneo Leonés y otros medios de comunicación.
Como nos dice nuestro guía, llegamos a Ruitelán recordando al Pai Frolanus -San Froilán- y lo mucho que le influyó, siendo muy joven, la presencia de peregrinos con necesidades físicas y espirituales, hasta dedicarles gran parte de su vida ermitaña en Ruitelán y Valdorría:
"...endantes desol transitare pur ruletan uistamus leremita na koua que uos faziera de zagal que qudan e uistan...".
"...Antes de eso, al pasar por Ruitelán, vimos la ermita que Vos hiciera de joven, que cuidan y visitan...".
Al poco, como ocurrió a la comitiva real, llegamos a Galicia:
"...e reposadus fumus pa kaletia pulas uredas que uos ben konoze nus lares da sua uita de zagal xuntul sinnore..."
"...Y descansados fuimos para Galicia por las sendas que Vos bien conoce en los lugares de su vida de joven junto al Señor..."
En Las Herrerías -otros lo hacen por Ambasmestas-, donde la calzada se bifurcaba, la vía principal, más recta, por terreno llano y ahora marcada por la carretera nacional, fue la seguida por los peregrinos del Vexu Kamin y, a partir del siglo XV, siendo el Camino Real, por los seguidores del monje Hermann Künig. Pasaba por San Tirso, Las Lamas y El Castro, antes de llegar a Piedrafita del Cebreiro.
La vía secundaria, la del Camino Francés, se dirigía hacia O Cebreiro por terreno más difícil. Nosotros la utilizamos para peregrinar y al llegar a este emblemático enclave jacobeo nos desviamos hacia Piedrafita, para continuar por la ruta histórica del Vexu Kamin.
Así entramos en la pura Galicia, la de suaves alturas del verde continuo de sus bosques, pallozas y hórreos. Antes de llegar a As Nogais, pasamos por Doncos, del castillo, espectacular palacio e iglesia dedicada a Santiago. Y cerca de Becerreá nos encontramos con el mágico Bosque kárstico dos Grobos.
Camino de Baralla, rodeados de bosques de carballos, castaños, eucaliptus y demás, pasamos por Cadovalle, con su concurrida iglesia del Ecce Homo. Y por el Campo del Árbol visitamos al que fue gran monasterio de Santa María de Penamaior, que tuvo hospital para los peregrinos.
Siempre por la calzada, de la que son testigos los frecuentes miliarios, llegamos a O Corgo y de allí a Lugo, encrucijada de Caminos, donde llegaban los del Camino Primitivo. Allí bajaban los seguidores de Künig hasta Mellide, para unirse a los del Camino Francés.
Desde Lugo, el Vexu Kamin continuaba hasta Friol, con su torre, sus próximos castros y mamoas (acumulación de grandes piedras), todos ellos cargados de leyendas. Y de aquí a Sobrado de los Monjes, con su antiguo y hermoso monasterio jacobeo -integrado como tal por la Unesco- donde arribaban los peregrinos del Camino de la Costa. Desde allí algunos peregrinos bajaban hasta Arzúa, para unirse a los del Camino Francés.
Caminando se acercaban al Tambre y, cerca de sus orillas, a Ponte Carreira. Entre bosques, pazos y pequeños pueblos llegaban a Sigueiro, donde más peregrinos habían llegado por el Camino Inglés, desde Ferrol, donde desembarcaban. Y de allí a San Marcos, dando vista a Campostela.
Al final, tras 920 kilómetros en 38 etapas desde Irún, una vez más recordamos lo escrito por Dom Gundisalvo:
"uos sa quantu ben faze uere lus muitus pelegrinus tan ledus e prenus da paze konprire lus suos deseus antel sepolkro e mostrare la sua fede nas missas penedenzias elus uezus que fabemus ten nel kamín".
"Vos sabe cuánto bien hace ver a los muchos peregrinos, tan contentos y llenos de paz, cumplir sus deseos ante el sepulcro y mostrar su fe en las misas, las confesiones y los rezos que hemos tenido en el camino".
Sólo me resta por decir que, a pesar de la constitución del gran Camino Francés, los peregrinos siguieron caminando por el Vexu Kamin, que aún perduró un largo tiempo.
Y que pronto podrán conocer sobre la ruta peregrina -esta sí olvidada- que llevaron los reyes navarros y nos relata dom Gundisalvo en su carta a San Froilán, sobre la que también les contaré. Hasta entonces:
¡Buen Camino!
Mapas-cerámicos: Ceramicartes. Alcalá de Guadaira, Sevilla.