Hace tanto tiempo que parece ya casi una eternidad, me trasladé durante un día a Granada a cubrir una rueda de prensa de Puleva Biotech en la que hablaban de su actividad y de la reciente adquisición de una empresa empresa de biotecnología especializada en la extracción y comercialización de principios activos de origen vegetal... Por aquellos entonces yo ya amamantaba a mi primer hijo y empezaba a estar puesta en esto de la lactancia materna y una de las pocas cosas de las que recuerdo espontáneamente de aquel evento fue la afirmación por parte de uno de los técnicos de que uno de los descubrimientos revolucionarios en el mundo de la alimentación y de los lácteos fue el descubrimiento de que la leche materna no era estéril, sino que estaba poblada de bacterías beneficiosas para el bebé...
Y héteme aquí que tres años después me encuentro en un congreso sobre lactancia materna oyendo hablar también de Puleva Biotech. Fue, en concreto, en la ponencia titulada "Bacterías probióticas de la leche humana: aplicación en el tratamiento de las mastitis", de Esther Jiménez Quintana. Fue una ponencia interesante en primer lugar porque trató de una mastitis poco conocida entre los profanos de la lactancia y, desgraciadamente, también entre muchos profesionales sanitarios: la mastitis por disbiosis que, sin ser una mastitis de las de libro (pecho enrojecido y dolorido, síntomas gripales, fiebre) no deja de ser una mastitis aunque curse de manera asintomática con dolor y pinchazos en el pecho.
Bacterías probióticas
Esther Jiménez expuso los resultados de un estudio realizado por ella y otros colegas españoles en el que se comparó la evolución de la mastitis en madres tratadas con dos tipos de lactobacilus y con antibióticos. Entre las principales conclusiones destacó el hecho de que en mastitis por estafilococos (epidermidis, aureus y mitis) se redujo más la concentración de estas bacterías en los grupos de probióticos que en el de antibióticos.
Además, la sensación de dolor también descendía más en los grupos con probióticos que en grupos de antibióticos. Otro factor fue el abandono de la lactancia a causa de la mastitis, extremo que se produjo solamente en el grupo de antibióticos. Finalmente, el índice de recurrencia de las mastitis era mayor en las mujeres que habían tomado antibióticos y las candidiasis vaginales aparecieron en el grupo antibiótico y no en el probiótico.
"Pudimos detectar los lactobacilos que estaban tomando las madres en las muestras de leche que nos facilitaron", explicó Esther Jiménez. en las muestras de leche de las mujeres que los estaban tomando.
También fue importante la puntualización que realizó Jiménez cuando algunos asistentes cuestionarion el uso de antibióticos a la luz de los resultados de su estudio:
"Para recomendar una terapia antibiótica hay que analizar primero la leche y luego recomendar una antibiótico eficaz contra la bacteria causante de la infección. Los antibióticos son eficaces, lo que no es cierto es que todos los antibióticos sean eficaces contra todas las mastitis".
Antioxidantes y congelación
Enrique Jareño Roglá complementó la interesante ponencia de Jiménez con una charla sobre los "Antioxidantes en la leche humana tras la congelación". Fue una charla llena de datos científicos al alcance de mentes más privilegiadas (o educadas en estos menesteres) que la mía, pero de todo lo expuesto me quedaron bastante claros varios puntos.
Por un lado Jareño habló del estrés oxidativo, que es un factor importante en el desarrollo de ciertas enfermedades, entre las que destacó la displasia brocopulmonar, la enterocolitis necrotizante y la fibroplasia retrolental por ser patologías propias del recién nacido prematuro.
Y es que el bebé prematuro está sometido a situaciones que generan estrés oxidativo. Por un lado, debido a su inmadurez, nacen deficitarios en defensas antioxidantes y, por otro lado, su organismo está fisiológicamente inmunodeprimido. Pero no todo es negativo, ya que la leche materna de las madres que dan a luz a bebés prematuros cuenta con una mayor capacidad antioxidante.
Así las cosas, es importante discernir cómo varía el contenido de antioxidantes de la leche humana con la conservación ya que, en la mayoría de los casos, los prematuros ingresados en unidades de cuidados intensivos se alimentan con lactancia materna diferida o con leche materna de donante.
Las conclusiones de todos los datos presentados fueron bastante claras y concluyentes:
- Jareño constató que la capacidad antioxidante de la leche materna es significativamente mayor que la de los sucedáneos.
- El almacenamiento de la leche materna provoca cierto deterioro de las capacidades antioxidantes, que será menor si la leche se congela (en lugar de refrigeras) a temperaturas muy bajas y durante el menor tiempo posible.
- La leche materna congelada SIGUE TENIENDO mejor capacidad antioxidante que los sucedáneos de leche materna.
Basándose en todo lo expuesto, Enrique Jareño hizo tres recomendaciones:
- En los bancos de leche humana y en los hospitales la recomendación a seguir sería congelar la leche y hacerlo durante el menor tiempo posible y a la menor temperatura posible.
- Para las madres que vuelven al trabajo recomendó congelar mejor que refrigeras y evitar los almacenamientos prolongados.
- Siempre es mejor la leche materna que los sucedáneos, tanto por sus mejores propiedades antioxidamentes como por otras (nutricionales e inmunológicas, por ejemplo) que no se deterioran con el almacenamiento.
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