Me gustó porque Helen Ball entró "a machete" en el tema, con argumentos de peso: "Los lactantes no duermen igual que sus padres", que parece una obviedad, pero en nuestra sociedad actual queremos que los lactantes tengan patrones de sueño de adultos y les "obligamos" mediante métodos de lo más variados a tener patrones antinaturales para los niños.
Y siguió la tralla: "Los bebés amamantados con lactancia materna y con lactancia artificial duermen diferente". "Los despertares nocturnos frecuentes son normales y deseables en el bebé amamantado porque la leche materna se digiere más rápidamente y es normal que el bebé tenga hambre antes"... Llevo meses explicándolo, peeeeeeeeeero nunca viene mal poner estas palabras en boca de un experto (y además ¡¡¡internacional!!! que ya se sabe que las cosas dichas en inglés pesan mucho más :P ).
El siguiente en entrar en escena fue el argumento del desarrollo cerebral (para los fans de Punset): el bebé humano nace con poco desarrollo neuronal y el cerebro sigue creciendo durante el primer año al mismo ritmo que lo hacía cuando el bebé estabe en el útero. Esto es un rasgo evolutivo del ser humano en comparación con el género de los primates y se relaciona con la bidepedestación y con el aumento de la capacidad cerebral... Y esto a que viene, pues a que el bebé necesita una "exterogestación" de aproximadamente un año... Por eso es antinatural tratar de buscar todos esos valores de "independencia" y "autonomía" en los bebés ¿Cómo los van a tener si el embarazo debería durar un año y nueve meses para alcanzar niveles de madurez cerebral similares a la que tienen el resto de los primates nada más nacer?.
Antes del siglo XX el colecho era frecuente, señaló Helen Ball y presentó una cita de un tal Dr. Conquest que afirmó que "el regazo de la madre es la almohada natural del recién nacido".
En el laboratorio del sueño de su universidad, Helen Ball y sus colegas han realizado diversos estudios sobre el sueño que corroboran que el colecho es una opción más normal de lo que se piensa hoy en día, solo que la mayoría de los padres evitan hablar de ello. Además, el colecho es más frecuente entre los bebés amamantados. Las razones argumentadas por los padres modernos para "incurrir" en esta práctica son que:
- facilita la lactancia materna.
- permite disfrutar del contacto con el bebé
- es una necesidad por falta de espacio
- permite mitigar la ansiedad respecto a la salud o seguridad del lactante
- es una costumbre familiar.
- el bebé tiene acceso y se orienta al pecho,
- duerme alejado de las almohadas.
- sus movimientos están restringidos por la madre.
- la madre controla el peso de las sábanas.
- nadie puede rodar sobre el bebé.
- la madre comprueba constantemente la temperatura y la respiración de su hijo.
En cualquier caso, Helen Ball concluyó que a la hora de predecir las tasas de lactancia y el tiempo que se mantendría tenía mucho más valor predictivo el hecho de colechar en casa que el hecho de dormir o no con el bebé durante la estancia hospitalaria.