Revista Rugby
Decía el seleccionador de Italia, el irlandés Conor O’Shea, que Twickenham era el Coliseo para sus pupilos. Llegaban cuestionados los azzurri con el debate sobre si debe haber descensos para que entre Georgia. Su respuesta fue ejemplar. Hicieron temblar el Coliseo en una derrota muy honrosa.
O’Shea asegura que sus jugadores son mejores de lo que ellos mismos creen. El arranque de los azzurri fue tan notable como frustrante. Acamparon en campo rival, pero llegaron a la media hora con su marcador a cero cuando debía marcar dobles dígitos. Italia se demostró capaz de perdonar en cada posible escenario.
Con motivos de sobra para bajar los brazos, Italia fue tenaz y ajustó cuentas con el marcador. Allan encontró palos con un drop para volver a su desdicha estrellando contra el poste derecho un golpe aún más asequible que sus dos fallos previos. Llegaría raudo Venditti para embolsar el rechace ante un enjambre de ingleses somnolientos y posar bajo palos. Que una ventaja al descanso (5-10) pareciera premio escaso para Italia es un enorme halago.
A Inglaterra le basta un suspiro para vendar sus heridas. La cara de Eddie Jones hacia vestuarios era un poema y sus pupilos recibieron el mensaje. Un acelerón de Care en un saque rápido más una superioridad bien aprovechada por Daly en el ala izquierda y el cielo se abría sobre Londres.
No les faltó valentía a los azzurri, que volvieron a campo contrario y anotaron su segunda marca con un quiebro magnífico de Campagnaro, que se zafó sin esfuerzo de Ford y dejó petrificado y de rodillas a Brown. A diez minutos para el final, solo dos puntos separaban a los azzurri de la gesta (17-15).
Así que el partido lo resolvió la delantera, con Joe Lanchbury en el mejor momento de su carrera, y los suplentes, bautizados por Jones como “finalizadores” para que todos se sientan importantes, incluso en la comunicación oficial de su alineación –el Seis Naciones tuvo que corregirlo-. El partido se decidiría en una plataforma infinita junto a la línea de marca italiana. Los azzurri pusieron todos sus efectivos para derrumbarla y los ingleses concretaron el ensayo con Nowell aprovechando el desierto que se quedó en el ala contraria. Te’o y el propio Nowell ampliaron la cuenta con el campo ya despedazado. Para entonces, Italia ya había demostrado que merece una silla en el torneo. Publicado por Mascherato viola en 23:31 Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en Pinterest Etiquetas: deporte, rugby