Mis padres empezaron a viajar cuando yo tenía 2 años y medio, y me llevaron con ellos. A partir de ahí, me llevaron de viaje todas y cada una de las veces que ellos lo hicieron. Tal vez más por logística que por otra cosa, nunca me dejaron atrás. Y yo, tenía que ir, sí o sí. De esta forma, a los 10 años ya había estado en Italia 2 veces, en Alemania, en Rumania, Bulgaría, Francia, Cuba, etc…. A los 13 años viajé con ellos por última vez, y fue a la antigua Yugoslavia, lugar al que me gustaría volver. Ya de mayor, reconozco haberme arrepentido más de una vez de no haber seguido viajando con ellos.
Cuando planeamos un viaje, muchos nos dicen: “Pero, ¿y te llevas a la niña?” Esta era una pregunta que se repetía mucho sobre todo cuando decidimos ir a Japón. “Claro que sí”. En aquel momento, la parte infantil de La Maleta Preparada tenía 7 años y se portó y aguantó todo el viaje como una campeona.
El primer viaje que hicimos con ella, fue una escapadita a la península, cuadno aún era un bebe (estaba empezando a caminar), un poco como prueba a ver qué tal. Y a nosotros, nos funcionó. Organizamos nuestros viajes de manera que nos permita cierta flexibilidad y siempre intentamos incluir un día para ella, que suele ser un parque de atracciones.
El hecho de llevarla con nosotros supone, de entrada, la tranquilidad de saber en todo momento cómo está. ¡Ojo! No somos de esos padres histéricos a los que les falta el aire si no tienen a su prole controlada por nosotros en todo momento (como el equipaje en el aeropuerto) pero tampoco somos insensibles. Además, en nuestro caso, la logística de dejar a la niña con alguien durante una temporada más o menos larga, cada vez se nos complica más, y no es necesario que “enmarronemos” a nadie de la familia, porque nosotros tengamos este hobbie.
Otra de las preguntas es: “¿Y la niña no se aburre?” ¡¡¡Pues claro!!! Hay momentos en los que se aburre. Pero también se aburre en mi casa y estoy segura de que también se aburriría en casa de quién estuviera si no la lleváramos con nosotros. Los niños son así. Es cierto que hay momentos en los que ¡¡¡¡¡¡¡aaarrrggggg……!!!!!!!! Pero repito, también los hay en mi casa. Además, como decía un poco más arriba, siempre intentamos que haya un día para ella; además, eso nos sirve de moneda de cambio durante el viaje….sí, somos perversos, ja ja…
Eso sí, no quiero hacerte ver que todo es idílico y perfecto porque no lo es. Olvídate de los momentos románticos y relajados de los que disfrutaste en tus viajes de cuando eran novios o en la luna de miel porque esos…no volverán. Bueno, tal vez sí, pero no te hagas muchas ilusiones. Como ejemplo, te invito a que leas aquí mi experiencia en el onsen en Japón.
A veces, todo depende de cómo te lo plantees: el verano pasado en la Alsacia disfrutamos de unas cenas espectaculares en el jardín del hotel/casa rural en el que nos alojábamos. Nuestro plan: cena fría y después, niña a la habitación (con acceso desde el jardín) y nosotros, botella de vino y la campiña francesa enfrente nuestro.
¡Ojo! También quiero romper una lanza en favor de la #escapadaenparejaaunqueseasólodosdíaslosdossolosmedaigualdondeseacontaldepodertenerunaconversaciónsólodeadultos o lo que es lo mismo: escapada en pareja aunque sea sólo dos días, los dos solos, me da igual dónde sea, con tal de poder tener una conversación sólo de adultos.
Mi padre me transmitió su amor por los viajes y, sin forzarlo, nosotros hemos hecho lo mismo con nuestra hija que, desde los 9 años, ya me pide ir a Nueva York o que opina que la mejor compañía aérea del mundo mundial es Emirates (¡¡yo opino lo mismo, es la mejor en la que he volado, pero es que yo tengo unos cuantos años más!!)
¿Qué por qué llevamos a nuestra hija en los viajes? Porque sí se puede viajar con niños, la mayoría de las veces somos los adultos los que ponemos los impedimentos. Porque les permite aprender un montón de cosas que, de otra forma, y con suerte, sólo verían en los libros o en la tele. El “Mamá, nosotros estuvimos ahí” viendo las noticias o una peli, no tiene precio. Porque les tenemos que enseñar a comportarse y “soportar” determinadas situaciones les gusten o no. Y porque estoy segura de que cuando decida que ya no quiere viajar más con nosotros, la echaré de menos, igual que ahora, a veces, echo de menos aquellos viajes sin niña.