Continuaba mi viaje desde la Ruta de la Plata y salía de Cáceres por la N-521 dispuesto a disfrutar de un agradable y tranquilo trayecto atravesando las pequeñas poblaciones de Aliseda, Salorino hasta llegar a Valencia de Alcántara. Esta carretera es de las que se disfrutan cuando viajas en moto, con un asfalto en perfectas condiciones, carriles anchos y curvas suaves, pero sobre todo con paisajes de dehesas, con suaves montañas y ganado.
Valencia es el último pueblo antes de entrar en Portugal, en la región del Alentejo. Cuando atravesé el puesto fronterizo abandonado, fue como retroceder 40 o 50 años. Una monstruosa estructura de cemento inerte y desolada que permanecía impasible al paso de los escasos vehículos.
El trayecto me llevó por la N246 dirección Poragem, atravesando el Parque Natural de la Sierra de San Mamés, para desde ahí por la N359 dirigirme hacia Portalegre. Capital de la región del Alentejo conocida tanto por sus productos de denominación de origen (quesos, aceite, chorizos, cordero, etc.) gastronomía y paisajes naturales, como por su mercadillo de falsificaciones.
Edificio abandonado en la entrada de Portugal
Continué mi camino por la IC13 hacia Porto. La falta de indicaciones claras en las carreteras y el hecho de no llevar GPS, hicieron que me dirigiera siempre hacia el oeste, Lisboa o Porto, según decía mi roadbook buscando las poblaciones intermedias.
La IC13 antes de llegar al pueblo de Alter do Chao me dejó en la N369, que se convierte enseguida en la N119. Una carretera estrecha, en muchos tramos sin pintar, sin indicaciones y con un asfalto que dejaba bastante que desear. Aquí las suspensiones y amortiguación de la GS tuvieron que trabajar a destajo, pero desde luego fue uno de los tramos más divertidos de todo el viaje.
Al llegar a Pte. de Sor continué por la N2 hacia la ciudad de Coruche. Bordeando la Albufeira da Barragem una vez pasado Montargil, tomé un desvío que me sacaría en la N251 (dirección Coruche) sin necesidad de llegar hasta Mora. Un auténtico camino de cabras, socavones, charcos y barro…en fin, esas cosas divertidas de los viajes!
La N251 discurre paralela al río Sorraia hasta la ciudad de Coruche, aquí volvía a incorporarme a la N119 (si, yo tampoco era capaz de entender la lógica de la numeración de estas carreteras). Afrontaba ahora largas rectas por las que circulaban camiones y coches a velocidades excesivamente altas o bajas, tenía que ir extremando la precaución. Este tramo era una sucesión continua de casas desperdigadas y algunas de ellas abandonadas, hasta que llegué al cruce con la N10, donde la indicación hacia Vila Franca me encaminaba al objetivo del día.
Llegada a Cabo da Roca
A partir de aquí una carretera mejor preparada y campos de cultivo me acompañaron hasta que llegué al puente que atravesaba el río Tajo. Fui azotado por unas rachas de viento que amenazaban con sacarme del carril y es que el puente de la N10 está completamente descubierto.
Desde aquí me incorporé a la A1 que ya no abandonaría hasta la localidad de Sintra (peaje de 0,65€) por la IC19. Atravesé esta preciosa villa declarada Patrimonio de la Humanidad en 1995, se convirtió en residencia vacacional de nobles y reyes como lo atestiguan las numerosas villas, castillos, palacios y jardines. Eso si, preparad las piernas porque las cuestas son considerables además muchas de las calles están con adoquines. La ciudad es un verdadero reducto de romanticismo, un lugar muy especial para un regalo en pareja (tomad nota amigos!). Yo desde luego me quedé con ganas de disfrutar más tiempo allí, así que me apunté una nota mental para buscar una escapada, pero esta vez con Carlota que sé a ciencia cierta iba a disfrutar…
La carretera N375 atraviesa la villa y se une a la N247 que bordea el Parque Natural de Sintra-Cascais. Así que no tenía más que seguir las indicaciones, y en la salida N247-4 de la localidad de Azoia, está el desvío al Cabo da Roca. Llegaba después de 500 km.
Cabo da Roca. Vistas hacia el sur.
Cabo da Roca. Vistas hacia el norte.
Playas de Cascais
Costa de Cascais
En el Cabo da Roca
Este punto, el más occidental de Euroasia era conocido por los romanos como Promontorium Magnum. El acantilado emerge casi 150m sobre el nivel del mar como un tajo contundente al continente, y su faro data de 1.772 (el tercero más antiguo de Portugal). Es esta naturaleza intrínseca de ser un punto legendario (como el Nordkapp) lo que le otorga un halo de desafío y reto para los moteros. Esto y las carreteras de la zona lo convierten en un lugar único para algunas concentraciones moteras que tienen lugar los fines de semana. Además de su cercanía con Estoril, donde se corría el mundial de motociclismo hasta 2.012.
Bocata, fruta y un café para calentar el cuerpo porque además de un paisaje impresionante y agreste, el viento no dejó de soplar con fuerza y a pesar del día soleado la sensación térmica era baja. Así que si vais hasta allí, no os olvidéis de llevar una prenda de abrigo.
Bordeaba la península siguiendo la carretera de la costa (N247 y N6) disfrutando de unas vistas y playas espectaculares de Cascais. Este es un verdadero paseo para disfrutar con tranquilidad, sin prisas.
La ruta continuaba hacia el sur, el siguiente destino era la punta sudoeste de la península, Cabo San Vicente. Pero antes de eso buscaba un lugar acogedor, tranquilo y a buen precio donde descansar yo y la moto después de 620 Km.
Esta parte de Portugal no destaca por sus alojamientos a precio asequible por lo que tuve que continuar ya de noche hasta Setubal y buscar algún hostal/hotel. Con los dos primeros en que lo intenté no tuve fortuna (por precio y disponibilidad), pero cuando empezaba a pensar en soluciones de contingencia, finalmente el Hotel San Isidro apareció en una calle de Setubal. Después de negociar el precio de la habitación, desayuno y parking pude disfrutar de una refrescante cerveza y medio pollo con patatas, arroz y verduras.
El hotel San Isidro, es uno de esos hoteles que han sobrevivido a las grandes cadenas hoteleras. Con habitaciones amplias y completas tienen una decoración anclada en el tiempo aunque funcional. La cama realmente cómoda. El wifi es gratuito y tienen servicio de parking para la moto también gratuito. El comedor donde es enorme. Con personal agradable y atento fue un verdadero acierto encontrarlo!
Para los curiosos de los datos, el día terminaba con 624km y consumo medio de 5,1L/100.
El camino hacia el sur, dirección Portimao, atravesando la zona más turística de Portugal, el Algarve, donde se encuentran maravillosas playas, paisajes y algunos complejos turísticos mastodónticos. La A22 una autopista que discurre paralela a la costa es la forma más rápida de llegar hasta Cabo San Vicente, ya que la carretera N125 va atravesando los pequeños pueblos y ciudades.
El recorrido tiene varios peajes (sobre 0,8€) que funcionan por sensores, así que no hay que pararse. La salida de la A22 es hacia la N125 dirección Vila do Bispo donde se continua por la N268 hacia Sagres. A partir de aquí ya se encuentra indicado el Cabo San Vicente.
Cabo San Vicente. Vistas hacia el este.
Cabo San Vicente. Vistas hacia el oeste.
Faro y fortaleza del Cabo San Vicente.
La luz del sol sobre el faro
Durante toda esta parte del recorrido tuve que lidiar con el viento, algo que no me gusta en absoluto. Rachas fuertes e inesperadas me acompañaron desde la A22 y se hicieron más y más fuertes a medida que me acercaba al Cabo.
Al llegar me encontré unos acantilados salvajes y pendientes, donde las olas rompían con ímpetu. Su faro y una antigua fortaleza, permanecen como pacientes observadores de los barcos que viajan entre el Mediterráneo y el Atlántico desde hace siglos. Como hecho histórico, aquí tuvo lugar la batalla del Cabo S. Vicente en el s. XVIII.
Este es otro de esos puntos legendarios para los que viajamos en moto, como así lo atestiguan varios grupos que me encontré durante mi camino.
Finalizaba aquí mi ruta por Portugal habiendo cumplido mis dos objetivos marcados. Me tocaba ahora volver hacia Andalucía, quería visitar dos ciudades Patrimonio de la Humanidad y una Sierra rodeada de olivos, preciosos paisajes naturales y con abundante fauna, cuna de uno de nuestros mayores estudiosos de la naturaleza. Pero eso, os lo contaré en la siguiente entrega.
Se pone el sol y arde el cielo en el sur