Calles de Ho Chi Minh
Caminar por Ho Chi Minh, o como sus habitantes todavía la llaman Saigon, es recorrer una de las principales ciudades del sudeste asiático. Elegantes y distinguidos bulevares de estilo colonial francés con una pincelada oriental que le da un toque característico y particular.
Sin embargo, esa belleza no debe esconder la tortuosa historia de la ciudad. Con numerosos cambios de pabellón y ciudadanía desde los camboyanos, los franceses, la independencia y finalmente tras la sangrienta guerra de Vietnam la independencia dentro del régimen comunista.
De hecho uno de los museos que no deberíais dejar de visitar es el Museo de la Guerra de Vietnam, junto con el Museo de la Revolución.
El Museo de la Guerra de Vietnam (War Remnants Museum) muestra una etapa de la historia de la humanidad que destacó por su barbarie y las consecuencias sobre una población civil, que siendo inocente siempre acaba pagando la mayor parte del sufrimiento en la insensatez de las confrontaciones.
La visita es dura (como también lo es los Killing Fields de Phon Penh en Camboya o los campos de concentración nazis), pero es historia, algo que no se debe olvidar para aprender de los errores que cometimos en el pasado (aunque cada vez estoy más convencido de que hemos de cambiar el sistema de enseñanza pues no conseguimos dejar de darnos de bruces una y otra vez).
El Museo se localiza en pleno centro de Ho Chi Minh, al lado del Palacio de la Reunificación. La entrada es simbólica y el acceso te encuentras con una discreta garita a pie de calle. Puedes hacer fotografías y entrar en todos los recintos de las 3 plantas del edificio. Está abierto hasta las 17h.
Caza y helicóptero del Museo de la Guerra
Desde lejos ya se divisa el museo, no sólo porque las verjas dejan visible la numerosa maquinaria de guerra que está asentada en los patios exteriores, sino también por la enorme bandera que corona la azotea y que se recuerda como uno de los últimos puntos de extracción por parte de los americanos cuando la ciudad estaba ya en manos del Vietcong. Esta es una de las partes más espectaculares por lo sagaz y sutil que puede llegar a ser la mente humana para inventar artilugios de matar. Los carteles explicativos nos cuentan el uso de cada uno de las piezas.
Hay una parte del museo donde se describen las atrocidades y muestra las celdas de internamiento, las Tiger Cages, utilizadas por el gobierno del sur de Vietnam.
Museo de la Guerra
Una vez dentro del Museo, los carteles y fotografías ilustran el período vivido y las diferentes proclamas, apoyos y reacciones durante la guerra.
Es especialmente duro la parte donde se ilustran los efectos de la guerra química llevada a cabo con el uso de armas como el “agente naranja” y napalm, agresiones sufridas por la población civil cuyas secuelas todavía hoy perviven a través de los descendientes. Fue realmente duro leer testimonios, ver fotografías de estas atrocidades cometidas por el ejército americano, algo que afectó también a sus propias tropas.
Hay una sala específica para los crímenes de guerra cometidos por el ejército de EEUU, masacres y barbarie injustificables cuando sólo hacía 20 años habíamos salido de la II Guerra Mundial con las atrocidades nazis (aquí se demuestra que el ser humano no aprende de las atrocidades que comete, y somos altamente alienables).
Hay una parte del Museo creado a partir de las donaciones de veteranos de guerra y asociaciones. También sobre la reconstrucción de Vietnam después de la guerra, algo que deja entrever la luz al final de la cloaca de matanza y odio.
Las salas de los mapas, donde se elaboraban las estrategias, salas de comunicaciones, etc. te trasladan a una época en que los ordenadores, las cámaras, los drones, no eran el pan nuestro de cada día, sino ciencia-ficción. Eran las personas las que tenían que enfrentarse con su enemigo cara a cara, sin la protección de la distancia, elaborar las estrategias sin algoritmos que calcularan las mejores opciones.
Calles de Ho Chi Minh
Salí del Museo con el alma encogida y con la mente barruntando en que momento el hombre decidió jugar con la vida de sus iguales, simplemente por motivos de diferente pensamiento, no importa dónde, cuándo, cómo, por qué… pero el caso es que a la masa, a la marabunta, le gusta aplastar aquello que no sigue los dictados.
Por supuesto Vietnam me ofreció muchas más impresiones, peripecias y hallazgos que no olvidaré, pero eso, os lo contaré más adelante…