Revista Coaching

Viajar buscando la Belleza

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

Viajar buscando la Belleza-1

Hace años tomé una decisión que marcaría la orientación de mis viajes futuros: la búsqueda de la Belleza. La Belleza de lo creado por el Hombre y por la Naturaleza en un intento de encontrar lo que mi cotidianeidad raras veces me ofrece, más por ser conocida y por tanto ya descubierta. Es evidente que lo sabido nunca tiene el valor subyugante de lo inédito, pese a que pueda contar en ocasiones con el mismo o mayor merecimiento y esto vale tanto para la Belleza que nos ofrecen las manifestaciones artísticas o naturales como para la que esconden los asuntos del amor.

Es por ello que viajo sin intención de repetir destinos, siempre en motocicleta para poder ver todo mejor y siempre a ciudades musicales para poder escuchar en distintos escenarios la mejor música de los últimos cuatrocientos años.

Arte y paisaje británicos-1

Este verano mis inquietudes apuntaron a uno de los países que mejor ofrecen, en un admirable equilibrio de fuerzas, la belleza de sus paisajes con el tesoro de una tradición cultural a la altura de las mejores. Reino Unido fue el destino que desde Santander y en etapas diarias me llevarían a Plymouth, Bude, Bath, Cardigan, Liverpool, Glasgow, Ullapool, Inverness, Edimburgo (y su Festival), York, Oxford, Londres (y sus BBC Proms), para retornar deteniendome en Rouen y Montpellier hasta Valencia. Unos 6.500 kms. de exigente esfuerzo físico y agradecida recompensación sensorial.

Estoy convencido de que no tiene sentido tratar de relatar en crónica todo lo mucho acontecido pues siempre me ha parecido que los viajes realizados con el sentimiento de ser intensamente vividos son tan personales e intransferibles que cualquier intento por reproducirlos con palabras llevan al más puro fracaso narrativo y por consiguiente al desinterés de quien lo tiene que leer o escuchar. Por tanto solo voy a destacar aquello que, por encontrarse fuera de categoría, no admite silencio alguno.

¿Puede un paisaje sonar como la más bella melodía?. ¿Puede la música percibirse como el paisaje más cautivador?. Las Highlands de Escocia y el Concierto para violín y orquesta de Brahms, si.

Festival de Edimburgo-1

El Festival de Edimburgo no hay duda representa la manifestación creativa más múltiple, libre y rompedora de las que de primer nivel existen en Europa. La misteriosa bruma que convierte en mágicos todos los rincones de la capital de Escocia se transmuta cada año durante Agosto en luz cegadora de pura expresión artística en todas sus manifestaciones, dentro de las cuales las músicas clásica sinfónica y operística destacan en particular. Pasear por la Royal Mile y sus closes sin sentir que algo a tu alrededor está ocurriendo aun sin poder verlo solo corresponde a quienes logran igualar en sensibilidad a un semáforo.

Edimburgo Festival Theatre-1

Tanto “Dido y Eneas” de Henry Purcell (siglo XVII) como “El Castillo de Barba Azul” de Béla Bartók” (siglo XX), óperas que fueron programadas en una misma y original sesión conjunta en el Festival Theatre, me produjeron tal impresión que los tres siglos que las separan al instante comprendí que son solo la medida de un tiempo que para la música cambia a otra magnitud, pues no puede haber dimensión en lo que es eterno.

Dido y Eneas-1

Con puestas en escena absolutamente minimalistas (hasta el extremo de presentarnos muy acertadamente la segunda obra mencionada solo con el escenario de los propios bastidores del teatro) y dirigidas ambas con admirable maestría en la exigente diferencia de estilos por Constantinos Carydis (el titular de la Opera de Frankfurt), el éxito fue apoteósico y esto en la vieja Europa significa el retumbar atronador del taconeo del público sobre el parqué del patio de butacas.

Edimburgo Usher Hall-1

Un día antes asistí al concierto que la Tonhalle Orchesta de Zurich ofreció en el Usher Hall y cuyo programa ofrecía una tercera de Bruckner que nunca pudo competir en ejecución con la inigualable versión del genial violinista alemán Frank Peter Zimmermann del conocidísimo Concierto de Brahms, mil veces escuchado y mil veces descubierto. Interpretación que pude constatar no fue una casualidad pues dos días después la escucharía nuevamente ejecutada por el mismo músico desde el Royal Albert Hall de Londres en el Prom número 61 que aceptablemente dirigió nuestro compatriota Josep Pons a la BBC  Symphony Orchestra. Sin duda, Zimmermann es uno de los tres solistas de violín más importantes de nuestro tiempo y ejemplo de lo que el talento y la dedicación pueden llegar a alcanzar.

Proms-1

Los Proms de Londres tienen en común con el Festival de Edimburgo su carácter festivo y desencorsertado. Los variopintos espectadores abarrotan cada tarde de Agosto el bello auditorio decimonónico que promoviese el Príncipe Alberto y cuya forma circular rinde tributo a la universalidad de las artes. Su patio de butacas se libera de las mismas para acoger a los apasionados por la música que lo pueblan a su gusto (de pie, sentados o tumbados en el suelo). En el último anillo de anfiteatros, también libre de asientos, se improvisan escenas al puro estilo del picnic británico con toda suerte de mantas cuadriculadas sobre las que extender las meriendas preparadas (cenas para ellos) y pisar descalzos.

Highlands-3

Antes de todo ello, mi paso por las tierras altas de Escocia llegó a emocionarme en tal manera que desde entonces se han convertido para mí en un lugar de referencia comparativa mundial. Explicar la poesía es imposible y por eso también lo es describir ese estremecedor norte escocés que más parece el fruto inventado del capricho del mejor escenógrafo de cuentos medievales que haya existido. Sentir que lo invisible gana a lo evidente es la mejor constatación de la magia que esconden unos parajes que en su verde desnudez ofrecen la clave del sentido de las cosas. Nunca la Tierra ha podido ser más austera y generosa a la vez. Nunca quien vaya no estará obligado a volver.

Ahora, serenamente tras mi vuelta, llego nuevamente a comprender que el lenguaje de las emociones pone música a la naturaleza y naturaleza a la música, sintiendo a Brahms y a Escocia como manifestaciones gemelas de un solo propósito tan simple como lo es el amor por la Belleza y mi viajera búsqueda de ella…

Saludos de Antonio J. Alonso


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