Los niños tienen una noción diferente del tiempo a la que tienen los adultos, especialmente, en algunas circunstancias. Por ejemplo, cuando realizamos un viaje en familia es importante tener en cuenta que los más pequeños de la casa son muy impacientes, es decir, no saben esperar. Por eso, cuando van de viaje sólo piensan en el destino pero no son del todo conscientes del tiempo que implica realizar un trayecto.
Muchas parejas deciden realizar un viaje en familia en coche. En este caso, es esencial realizar paradas con regularidad no sólo para que el conductor pueda descansar del volante (algo esencial para favorecer la seguridad de todos) sino también, en beneficio de los niños puesto que así podrán distraerse con más facilidad y disfrutar del viaje.
Existen diferentes medios de transporte: avión, autobús, moto… De todas las opciones, la más excelente para viajar con niños es el tren. Porque durante el tiempo de viaje es posible que los niños jueguen a algún juego divertido. Además, no hace falta el uso de ningún juguete. Por ejemplo, los padres pueden jugar a las adivinanzas con los niños.
Por otra parte, los padres también deben enseñar a los niños a observar la naturaleza y a contemplar el paisaje desde la ventanilla puesto que el conocimiento del medio durante la infancia es fundamental para poder tomar conciencia de los valores ecológicos y del cuidado del suelo que habitamos.
Viajar con niños a veces puede convertirse en toda una aventura puesto que los más pequeños de la casa observan la realidad desde su propio punto de vista. Las vacaciones no sólo son positivas para los adultos sino también para los niños. Los niños sufren estrés, ansiedad y preocupaciones propias de su edad. Por ejemplo, los niños sufren ante el fracaso escolar, el mal ambiente en el hogar o el vacío por parte de los compañeros de colegio.