¿Cuántas veces, durante un viaje, habéis pensado "para qué habré traído esto!"? Yo desde luego, muchas. Pero últimamente la restricción de equipaje de algunas aerolíneas se ha convertido en una libertad.
En los últimos puentes hemos viajado por Europa con compañías de bajo coste. Aprovechando que se trataba de estancias de sólo 3 ó 4 días decidimos no facturar ninguna maleta, ahorrándonos así unos eurillos con Ryanair o Vueling.
Además, las low cost suelen ser bastante estrictas con el equipaje de mano, tanto en número como en peso. Hecho que nos obligó a minimizar la única mochila que llevábamos encima.
Lo mejor de la experiencia fue, sin duda, salir directamente del aeropuerto, sin tener que esperar a que las maletas empiecen a aparecer por la cinta transportadora de equipajes. Eso... si no se han perdido por el camino.
Por no hablar de lo "ligero" que se mueve uno en el metro o el bus que te llevan desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad.
Por una vez hicimos caso de esa sabia frase que dice "coge sólo lo imprescindible y los 'por si acaso', déjalos en casa".
Y es que, en general, la tendencia a la hora de preparar la maleta es meter en ella TODO lo que creemos que vamos a necesitar durante un viaje. Error.
Da igual que se trate de un fin de semana o de una vuelta al mundo. En función del destino, podemos conseguir allí casi todo lo imprescindible. Lo más importante, el lugar para dormir y la comida, no nos van a faltar en ningún sitio.
La ropa se puede lavar o incluso tirar y comprar algo nuevo. Además, ¿quién no se siente, en cierta forma, liberado a la hora de vestir cuando está de vacaciones?
Otra idea interesante es desvincularte por unos días de las rutinas diarias: secador de pelo, plancha, portátil y/o móvil con sus correspondientes cargadores y cables, bolso, varios pares de zapatos y los complementos a juego,... hay cientos de objetos que no hace falta llevar siempre encima y que aligerarán nuestra mochila rápidamente.
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