Revista Opinión

Viajar en el tiempo

Publicado el 27 enero 2018 por Carlosgu82

Viajar en el tiempo. James Gleick.

Uno sabe que es el tiempo. Cualquier persona sabe de lo que estamos hablando cuando nos referimos al tiempo. Pero, ¿sabríamos explicarlo? ¿Hay una definición de tiempo? ¿Desde cuándo ha preocupado a la humanidad el tiempo? ¿Cuándo nos empezamos a imaginar los viajes en el tiempo? Son todas preguntas que nos podríamos hacer si empezaramos a pensar en este concepto tan abstracto que las personas hemos creado. Incluso podríamos preguntarnos cosas como, ¿el tiempo existe de verdad? ¿Es real? De esto y de los viajes en el tiempo trata este ensayo realizado por el escritor y periodista James Gleick.

La máquina del tiempo de H.G. Wells como punto de partida

Gleick parte de la novela de H.G. Wells, La máquina del tiempo (1895), para intentar desentrañar el significado de viajar en el tiempo, y lo hace desde diversos puntos de vista: científico, filosófico, cultural y literario. Resulta increíble comprobar que “viajar en el tiempo” es una idea relativamente reciente en la historia de la humanidad. La novela de Wells, publicada en distintos episodios a finales del siglo XIX, fue un auténtico hito en el genéro de la ciencia ficción. Hasta entonces a casi nadie se le había ocurrido crear, de manera ficticia, una máquina que pudiera viajar en el tiempo. A lo largo de la Historia sí habían aparecido relatos e ideas relacionadas con este tema. Mark Twain había publicado años antes una novela llamada Un yanqui en la corte del Rey Arturo, en la que su protagonista retrocedía en tiempo después de darse un golpe en la cabeza. En otros ejemplos la literatura había tratado la cuestión mirando hacia el futuro, con personajes que hibernaban hasta despertar muchos años después. Wells se decidió por crear una máquina que permitía al protagonista viajar hacia el futuro para ver en qué se había convertido el Londres que él había dejado atrás.

Viajar en el tiempo

Una época marcada por los avances tecnológicos y científicos

No resulta extraño que un escritor como Wells escribiera una novela como La máquina del tiempo. A finales del siglo XIX se vivía un momento especialmente importante para la ciencia y la tecnología. La revolución industrial, con la máquina de vapor, y posteriormente la electricidad, estaban cambiándolo todo. También llegarían otros nuevos inventos como el telégrafo, el teléfono y el cinematográfico. Recordemos que en aquellos años Julio Verne estaba escribiendo sus obras tan adelantadas a su tiempo. Con la llegada del nuevo siglo, un hecho que fue celebrado con mucha trascendencia, la ciencia también estaba avanzando rápidamente. Los primeros años del siglo XX vieron como el mundo de la Física se empezaba a plantear muchas cosas relacionadas con el universo y su funcionamiento. No podemos imaginar un siglo XX sin la presencia de Albert Einstein y su Teoría de la relatividad.

Viajar en el tiempo

Todo eso que se estaba desarrollando durante aquellos años, en el paso de un siglo a otro, hizo que la sociedad en general se preguntara por el futuro, y de ahí la respuesta de la literatura o de la filosofía, con respecto a los viajes en el tiempo. Y no es simple casualidad, como queda demostrado a lo largo de las páginas del libro de Gleick. Se nos abren los ojos al comprobar que siglos atrás, las civilizaciones pasadas, no se hacían preguntas sobre el futuro. Tenían suerte con sobrevivir unos años más. Es lógico pensar que a nadie le preocupara demasiado lo que vendría después, o cómo iban a vivir las generaciones futuras. Fueron todos esos avances, ese desarrollo económico, cultural y social, lo que permitió a las personas imaginarse el futuro, algo que hemos estado haciendo desde entonces. A finales del XIX se preguntaban qué maravillas habría en el siglo XXI. Desde mediados del siglo XX hemos hecho lo mismo, como cuando el desarrollo de la aeronáutica espacial permitió al ser humano salir de la Tierra. A partir de entonces nos hemos imaginado el futuro a través, por ejemplo, de la ciencia ficción.

Lo que James Gleick nos ofrece en Viajar en el tiempo

Gleick va dibujando la realidad pos – Máquina del tiempo de Wells. La Física iba avanzando, y a lo largo del libro iremos viendo algunos ejemplos, como el del propio Einstein o el del matemático Hermann Minkowski en lo que respecta al llamado espacio-tiempo. Por otro lado también vamos comprobando como el mundo de la literatura fue desarrollando esas ideas sobre las posibilidades de ver el futuro o incluso el pasado. Al final de la lectura nos irán apareciendo algunas cuestiones relativas al tema.

Preguntas relativas al tiempo y a los viajes en el tiempo

¿Podemos viajar en el tiempo?

No. No se puede. Ningún ser humano podría viajar en el tiempo, ni al pasado, ni al futuro. Se podría viajar hacia el futuro si nos acercáramos a un agujero negro donde la gravedad se deforma y si viajaramos a una velocidad cercada a la de la velocidad de la luz. Los físicos ya lo han dejado claro. No podemos construir una máquina del tiempo en un coche y viajar a los años cincuenta del siglo pasado.

¿Cómo definimos el pasado y el futuro?

Una idea que hemos adquirido culturalmente es la de ubicar el pasado y el futuro en un lugar. ¿Es lógico hacer eso con el tiempo? Seguro que la mayoría de nosotros nos referimos al pasado como algo que pasó, que está detrás de nosotros, y nos referimos al futuro como algo que pasará, que está delante de nosotros. Pues bien, esta idea es cultural, y no la compartimos todos los humanos. Los aborígenes australianos se orientan con el Sol. Consideran que el tiempo discurre de este a oeste y por tanto ubican el pasado al este y el futuro al oeste. Los hablantes de chino mandarín tienen palabras para definir varios conceptos. Shàng significa arriba y antes y xià abajo y después.

La literatura y el cine han solventado el problema de viajar en el tiempo

Viajar en el tiempo

Puesto que no podemos viajar en el tiempo las personas hemos decidido crear escenarios ficticios en los que sí se puede (por eso la literatura o el cine de viajes en el tiempo es tan popular). De esta forma nos imaginamos dos escenarios: el futuro, en donde creamos los avances tecnológicos y científicos; y el pasado, en donde intentamos corregir nuestros errores. Las consecuencias son estas:

Hemos contruido muy a menudo escenarios futuros distópicos en donde la tecnología elimina a la humanidad de manera directa o indirecta. Seguro que a todos nos vienen a la mente decenas de títulos de películas y novelas de ciencia ficción al respecto.

Hemos intentando regresar al pasado para corregir nuestros propios errores personales o grupales. Pero no se puede. Es una de las paradojas de viajar en el tiempo. No puedes viajar en el tiempo para matar a Hitler y con ello evitar la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Si alguien viajara al pasado para matar a Hitler, estaría eliminando la razón por la que viajó al pasado, y por tanto no viajaría.

La alternativa a los viajes en el tiempo al pasado, se han desviado hacia la creación de historias alternativas conocidas como ucronías. Hay un buen número de títulos relacionados con el género que parten de una idea sencilla: ¿Y si…? ¿Y si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial? ¿Y si no hubieran matado a Kennedy? ¿Y si el bando republicano hubiera ganado la Guerra Civil en España?

Nuestra única forma de viajar en el tiempo es con nuestra mente

Nuestro cerebro es mágico. Si nos imaginamos un momento concreto de nuestra infancia, parece como si estuviéramos allí. Un simple olor nos permite viajar a nuestro pasado. Pero también nos permite imaginar y casi tocar el futuro, cuando pensamos es cosas que están por venir o que creemos que van a pasar. Así que nos tendremos que contentar con nuestra mente e imaginación.

Viajar en el tiempo de James Gleick está editado por Crítica (2017)

Algunos libros que hablan del tiempo o de los viajes temporales:

Una y otra vez de Kate Atkinson

El fin de la eternidad de Isaac Asimov

El hombre en el castillo de Philip K. Dick

Cómo construir una máquina del tiempo de Paul Davies

Haciendo historia de Stephen Fry

El ruido del trueno de Ray Bradbury

La historia de tu vida de Ted Chiang

Patria de Robert Harris

Otros artículos que he publicado en nocreasnada:

Cuando un libro te inspira a leer otros libros (La biblioteca de los libros rechazados de David Foenkinos)

Prefiero escribir un mensaje de texto a hablar. “En defensa de la conversación” de Sherry Turkle

¿De verdad hoy en día disfrutamos del cine que vemos? (La opinión de Tarantino sobre las plataformas VOD)


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