Viajar en pareja
La verdad no es tan fácil encontrar una pareja que quiera viajar y con la que te lleves bien para hacerlo, el tema de viajar en pareja es un rollo. Para conseguir viajar en pareja tuve que valorizarme un montón...
Acá les cuento la historia de Lucia mi pareja y yo:
Después de abusar emocionalmente de mi misma por años, después de soltar a todas esas perras de las cuales tuve que aprender a golpes, después de no elegirme, de no respetarme, de rencores y llantos infinitos, después de todo eso… Me valoricé.
Largue todo, dije: “ahora me toca a mi”.
Recuerdo aquel día como si fuese esta mañana lluviosa. El clima era parecido. Estaba en el aeropuerto, con una pulsera que me regaló mi última mujer, para mi representaba unas esposas de policía, que me encadenaban emocionalmente a otra mamífera odiosa.
Ya en el Aeropuerto, compré un cuaderno en blanco y colores ¿qué más significativo que comprar una nueva libreta en un nuevo comienzo?
Subí al avión con destino: Caribe.
Unos días más tarde corté esas esposas en el mar, mientras el agua tibia rodaba mi cuerpo y los peces de colores tocaban mis tobillos. Podía ver las casitas de colores estilo holandés. El sol del atardecer quemaba mi espalda, y fue allí que tome consciencia.
Mandé todo al carajo por segunda vez, pero esta vez estaba siendo completamente honesta con esa parte de mi que se hacía la boluda.
Los siguientes días transcurrieron de forma espontánea, solo me preocupaba por alimentarme, correr y reparar la logística de alinfinito.com. Me levantaba a las 5 de la mañana y veía todos los amaneceres que escalaban el mar hasta aparecer frente a mis ojos. Me dormía a las nueve, generalmente andaba en bicicleta con Achim durante unos 40 km diarios.
Había dejado de fumar y me sentía más fuerte que nunca. No me calentaba ninguna holandesa esbelta, todas me parecían perras esperando al asecho para romper mi corazón. Me encontraba en un tiempo de celibato.
En un llamado nocturno con mi primo viajero Agustín, hablábamos de la mujer ideal y proyectábamos las cualidades de una dama viajera, aventurera, esbelta y buena en la cama, dado que estaba cansada de esas heterosexuales amateurs que no sabían donde pasar la lengua.
Esa pareja ideal debía cumplir tantos requisitos que seguro que en el mundo existían doscientas personas con esas características y el 80 % probablemente vivía en China.
Entre otros requisitos tenía que ser inteligente, que me dejase llorar como un bebe en mis días tristes, que me ayudase a sanar en lugar de darme la razón en todo y por supuesto que hablase todos los idiomas que yo hablaba.
Me fui a dormir esa noche pensando en aquella muchacha que viajase conmigo por años. Al día siguiente abrí Facebook para hacer spam de algún articulo recién publicado y allí estaba ella, en la sección de “personas que quizás conozcas”, era la chica italiana que había visto tres días antes del viaje y a la cual no volví a ver por una rotura de craneo que había tenido al jugar Lasertag como una rusa que tomó vodka hasta las 4 de la mañana.
La agregué y me habló instantáneamente:
Por fin me encontraste_ dijo ella.
¿Por qué? ¿te estabas escondiendo?_ dije yo.
Parece que sí, después de 2 años viviendo en la misma ciudad nos encontramos tres días antes de irte_ dijo ella.
La conversación siguió por días.
Era muy rápida con el juego de palabras, tenía una interesante conversación y un interés particular por querer cambiar de vida. Hablaba alemán, inglés e italiano y comprendía casi todo mi español argentinizado.
Me gustaba, pero no me parecía justo romper mi contrato conmigo misma por una chica nueva, no era lo que esperaba. Sabia que tarde o temprano iba a descuartizar mi esperanza.
De a poco me fui mostrando y la muy osada compró un pasaje para visitarme. Se jugó las pocas cartas que ella tenía y en la misma partida hizo que yo jugara las mías.
Las dos ganamos esa jugada.
Llegó el día en el que la fui a buscar al aeropuerto y la abracé temerosa, nos tiritaba todo.
Los atributos que aquella noche caribeña pedí al teléfono con Agustín, no solo se habían cumplido una a una, sino que superaban todas mis expectativas.
Esta vez alguien me elegía, dado que me elegía yo.
Conocimos ocho países en tan solo un año y ahora ella está cumpliendo su sueño de ser profesora de buceo y acá estoy yo aprendiendo a soltarla para seguir juntas.
Pronto nos encontraremos y continuaremos esta aventura de amar sin fronteras, de proyectar juntas, de aceptar y empujarnos a cumplir nuestras metas.
Tuve que pasar por todas esas perras descorazonadas que me obligaron a valorizarme para llegar a ella.