Si el Papa es argentino, es probable que el paraíso sean las librerías de Buenos Aires, por las que estuve rebuscando al encuentro de alguna sorpresa.
Para eso estaba en San Telmo, un barrio antiguo y con mucha actividad, de casas viejas y que me hacía acordar un poco a algunas calles del Centro de Lima. A unas cuadras de donde estoy se encuentra el Café de la Poesía (cruce Chile y Bolívar), local donde alguna vez conversaron Borges y Sábato y en el que hice escala técnica (feca con chele y medialunas) para el largo recorrido que me esperaba.
Seguí por la misma Bolívar, cinco cuadras hasta que llegué al cruce con Alsina y a la Librería de Ávila, la librería mas antigua de Buenos Aires (1785 aprox.). Feliz por la tremenda variedad que existe y que con el pasar de los días no dejaría de asombrarme (no estoy acostumbrado a librerías de tres o cuatro pisos y con escaleras eléctricas). Me hubiera quedado hasta la noche de no recordar que había aun mucho por ver.Estuve apunto de comprarme los dos tomos de los diarios de Saramago, los Cuadernos de Lanzarote (1993-1997), pero decidí abstenerme.
Continué por Bolívar hasta Sarmiento y, como yendo a la estación del subte, en la calle Suipacha, entré a un pequeño local: Librería José y, como no era muy grande, virtualmente revisé uno por uno los volúmenes, y luego de husmear un buen rato encontré El año de la muerte de Ricardo Reis la que adquirí al toque.
Cruzando el Obelisco, hay muchas tiendas de comics, librerías de remates y de las otras en la famosa avenida Corrientes. En una de saldos, adquirí dos libros de David Safier, Maldito Karma y Jesus me quiere a un precio equivalente a menos de diez lucas, o sea casi regalados. También hay una gran cantidad de ofertas en libros que salen en colecciones con periódicos (por ejemplo La Nación) y son muy accesibles los precios para libros de Borges (lastima que ya tenía casi todos) o de Bioy Casares.
Siguiendo por Corrientes, hay otras librerías más grandes como Cúspide, Hernández o Distal y a la altura de la cuadra 15, se encuentra el local de Losada, esa conocida editorial rioplatense que tantos buenos títulos y autores publicó, entre ellos a Arguedas. Un par de cuadras más allá, en el cruce con Callao, había otra librería grandota, a diferencia de las otras muy moderna, donde también vendían discos y DVDs, olvidé el nombre.
Al día siguiente, como también hay que hacer algo de turismo pase por el cruce de Chile y Defensa (donde está la estatua de Mafalda) y donde hay un boulevard del comic con otras estatuas (lástima que no hay una del Eternauta). Seguí por Paseo Colón y tres cuadras a la derecha llegué a un lugar que tenía que visitar: el Parque Lezama, el parque donde se conocen Martín y Alejandra en Sobre héroes y tumbas, la genial novela de Sábato. Luego de caminar un rato llegué a la estatua de Ceres, lástima que no se podía entrar a la pérgola (la han cerrado con candado) pero se puede apreciar de prudente distancia.
Después, seguiría avanzando por Almirante Brown y pasaría por Caminito y la Bombonera: ¡el estadio de Bocaaaaaaaa Juniors!