Revista Humor

Viaje a Galicia: Vigo • Cambados • Comarca del Salnés

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

Visita a Vigo

El primer día del Tour contratado fuimos a Vigo primero. Como tiene muchas cuestas, primero nos hicieron una panorámica por Vigo dentro del autobús, lo cual no nos permitió disfrutar de la parte decimonónica y bonita de Vigo ni ver nada en realidad. Subimos al mirador del Castro, que me pareció muy bonito, y después nos llevaron a la zona histórica para tomar ostras si queríamos. Eran las 11, a esas horas como que no te sale hartarte de marisco gourmet, así que pasé de ese plan y di una vueltecita. La verdad es que no había mucho más que hacer, porque estaba todo cerrado y esa zona no tiene nada especialmente reseñable salvo la Concatedral de Santa María.

Comarca del Salnés

Luego, vuelta al hotel a comer y después tocaba una ruta por la comarca del Salnés. El autobús llegó más de media hora tarde y empezamos haciendo una panorámica por la isla de Arousa y por el resto de la zona (que vimos mucho esos días en el autobús, porque nuestro hotel estaba por allí).

Visita a una bodega de albariño

Seguimos hasta una bodega familiar donde nos enseñaron el proceso de la uva albariña bajo las mismas viñas. En el lugar donde se elabora el vino solo pudimos entrar, por el tema del Covid, muy de pasada. Había cata de vinos incluida, aunque yo no participe porque no me gusta el alcohol, si bien las explicaciones sobre las diferencias entre vinos, las denominaciones de origen Rías Baixas y la conservación me parecieron interesantes.

Finalizamos la visita con el pueblo de Cambados, que me pareció genial. Casi todo era tiempo libre y nuestra guía nos recomendó coger un trenecito que recorre todos los puntos de interés, pero yo preferí ir por mi cuenta acompañada de otra viajera. Creo que vimos más o menos lo que se veía en el tren, incluyendo las Ruinas de Santa Mariña de Dozo, muy integradas en el cementerio local. Aun así, me pareció un pueblo para visitar con tiempo y me hubiera gustado tener más para visitar sitios como la Casa de la Cultura.

Valoración general sobre el circuito Galicia Terra Meiga

Hubo algunos temas de organización que no me gustaron demasiado. Al margen de la paliza en autobús para llegar, que me ahorré contratando ida y regresa por mi cuenta, me parece que tener que ir a buscar a la mitad del grupo a un hotel que está a 20 minutos de distancia es absurdo y excesivo. Eso nos obligaba a tener que madrugar más de lo necesario, o a comer con prisas, y por supuesto a disfrutar de menos tiempo libre, porque había que perder mucho tiempo en el rodeo.

La guía acompañante y los tours locales


Durante el día uno ya me encontré con que nuestra guía no era muy buena y soltaba perlas como preocupación porque estaba todo muy seco cuando había marea baja en las rías o decirnos que podíamos visitar Las Salinas en un pueblo que no tenía salinas. También nos perdió durante una de las excursiones y se confundía constantemente al dar los datos. Muy maja, sí, pero no me puedo fiar de nada de lo que nos contó, que era lo justo y estaba claro que no se lo sabía bien. Normalmente se ocupa de otros circuitos distintos, y a lo mejor en los que controla lo hace mejor, pero en este fue un desastre.


Los guías locales sí que lo hicieron bien, aunque se recurrió en exceso a las panorámicas y las visitas a pie en general eran demasiado cortas, en favor del tiempo libre. Hubiera preferido tours más extensos y menos tiempo libre, porque el tiempo libre tampoco dejaba mucho margen para ver nada con calma, de todos modos, era lo justo para entrar a las tiendas a comprar y poco más.

El hotel O Cruceiro


Fue nuestra base tanto para dormir como para las comidas y me hicieron sentir muy bien acogida. Todo el personal era encantador y se notaba que querían que estuviéramos cómodos y satisfechos. La comida era abundante y, salvo alguna excepción un poco más insípida, estaba rica, sin que pusieran pegas si no te gustaba algún plato, ya que te ofrecían otro sin problemas. La única pega era que la carretera estaba justo delante y se oía cada coche como si estuviera en la calle, lo que no facilitaba el descanso. ¡El primer día llegué a levantarme de la cama pensando que a lo mejor me había dejado la puerta de la terracita abierta!

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