Revista Humor

Viaje a Grecia 4: Termópilas, Delfos y Arachova

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

Los días anteriores del viaje a Grecia...

Día 1: Atenas por libre

Tocaba dar la vuelta y volver a bajar todo lo que habíamos subido el día anterior. Bueno, quizás no tanto, pero mucho sí que desandamos el camino. Desde luego, fue otra mañana metida en un autobús, con una breve parada en las Termópilas, donde se produjo la famosa batalla.

Nada tiene que ver lo que hay ahora con lo que hubo en ese momento, porque el mar ha retrocedido 10 km, así que ya no se ve el famoso desfiladero en el que Leónidas se resistió a los persas. En el sitio hay una estatua que queda muy lejos del rigor histórico, aunque sí podemos disfrutar de unas vistas espectaculares.
También nos detuvimos brevemente hacer una foto el mirador muy chulo donde se veía el pueblo en el que dormiríamos. Pero eso fue todo hasta la hora de la comida.

Luego, llegó la esperada visita a Delfos, un lugar que marcó la historia antigua. Aunque solo fuera por el enclave, merecería la pena ir a verlo, pero es que además el sitio es espectacular. Tiene una historia alucinante, y es maravilloso lo que ha llegado a nuestros días. Y eso que ha llegado poco, pero está recogido en el museo, que fue lo primero que vimos antes de ir al recinto arqueológico.

En Delfos también hay muchas cuestas: asúmelo: en Grecia tendrás que poner a prueba tu resistencia, y más si te llevan a todos los recintos arqueológicos justo después de comer y con 35 grados.


En el recinto arqueológico, además de ver el Tesoro de Atenas o la piedra donde estaba la sibila (cuyo trance no era nada divino, sino que tenía su origen en los gases que emanaban del suelo) y el templo de Apolo, subimos al teatro y al estadio, un trayecto agotador pero que merecía la pena.

Acabada la visita fuimos al hotel y tuvimos casi toda la tarde de tiempo libre. Debería haber descansado un poco, pero tenía que huir de la señora mayor pesada mientras todavía estuviera a tiempo (todavía no le había pedido amablemente que se callara y me dejara en paz, y patrullaba el hall del hotel para esperarme, así que aproveché un descuido suyo para, literalmente, salir corriendo).

Este pueblo sí que es más auténtico y bonito. Soy un tanto imprudente y subí unas escaleras interminables hasta una iglesia chula, Agyos Georgios, a pesar de que mis músculos ya estaban resentidos por la visita a Delfos. También visite la torre del reloj y otra iglesia que está cerca (la de la Asunción de la Virgen María) antes de darme por vencida y marcharme a cenar.


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Viaje a Grecia 4: Termópilas, Delfos y Arachova

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