Revista Humor

Viaje a Italia 4: Milán

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

Viaje a Italia los días anteriores:

Milán: toda una sorpresa


Confieso que no esperaba mucho de Milán, por eso no me importó demasiado que los billetes de tren y avión que encontré no me dejaran ni un día completo en la ciudad. Me equivoqué, y diría que me faltó, al menos, un día extra. Me quedo por ver, aparte de algunas zonas más de paseo que me recomendaron, el cementerio monumental, el Castillo Sforzesco por dentro, el museo del novecento, el museo Da Vinci... Demasiadas cosas. Pero vamos por partes.
Debo decir que la estación de trenes de Milán me pareció alucinante, hasta el punto de que estuve un rato allí. Luego llegó una pequeña decepción cuando salí por la puerta y me encontré con una pelea de vendedores ambulantes y una ciudad repleta de rascacielos y conductores coléricos sin ningún encanto antiguo.
Después, camino del hotel, me fui topando con algo más decimonónico y empecé a pensar que la ciudad, o parte de ella, tendría su encanto. Entonces me topé con la galería de Víctor Manuel II y todas las dudas desaparecieron. Al salir de las galerías también me encontré con la catedral de Milán, maravillosa, y con muchos otros puntos interesantes y bonitos. Así que todo apuntaba a que el día siguiente sería interesante.
Lo que sí hice fue un tour por la Milán monumental. Me levanté pronto para hacer la maleta, desayunar y dar una vuelta por el centro. Luego, con la maleta a cuestas (no sabía qué haría al finalizar el tour, así que ni pregunté en el hotel si habría consigna), me fui a la ruta guiada.
Nuestra guía era estupenda y se notaba que conocía a fondo la ciudad, que tiene más historia de lo que parece (el tour, de hecho, duró casi tres horas). Empezamos en la catedral, cuya historia nos fueron contando en varias etapas. También fuimos a una iglesia que estaba en el primer espacio consagrado de la ciudad, en el Imperio romano, que además tiene sarcófagos en lo alto.
Luego, entramos en la universidad, que era un antiguo hospital con servicios gratuitos a los ciudadanos. También pasamos por la Iglesia de San Bernardino, que tiene una capilla decorada de forma muy tétrica... ¡Con huesos! Conocimos también distintos palacios y edificios públicos de distintas etapas de la ciudad, así como fuentes, leyendas... Hasta canciones.
El tour finalizó frente a una escultura muy controvertida de Maurizio Cattelan que parece un corte de manga y está frente a la bolsa de Milán. Desde ahí, la guía nos dio indicaciones según nuestras preferencias.
Como me quedaban apenas dos horas y media en la ciudad, me recomendó subir al Castillo Sforzesco para luego pasear por el barrio y bajar en metro en la zona de los canales. Con comer tranquilamente, ver el castillo (por fuera, donde había una exposición de vehículos militares y varios carteles) y pasear por Breda ya se me echó el tiempo encima, así que bajé hasta la parada de bus que llevaba al aeropuerto y me despedí de la ciudad.


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