Revista Política
En 1928 Stefan Zweig fue invitado por el gobierno ruso a un homenaje en Moscú en honor de Tolstoi, por el primer centenario de su nacimiento. Aunque Tolstoi -pacifista, cristiano- no era un escritor que pudiera representar a la nueva Rusia soviética -militarista y atea- el gobierno no podía dejar de reconocer su grandeza como escritor. Así Zweig pasó dos semanas en Rusia, en las que visitó Moscú, Yásnaya Poliana (el pueblo de Tolstoi) y San Petersburgo (Leningrado, entonces). Pudo ir al teatro, ver el cadáver embalsamado de Lenin, visitar a Gorki, entrar en la humilde casa-museo de Tolstoi y deslumbrarse con los tesoros del Hermitage. Era una Rusia que un occidental podía visitar, ya que Stalin aún no había establecido su régimen de terror (fue a partir de 1929 cuando empezó a apartar a críticos como Trotski o Bujarin). Zweig describe con precisión y belleza todo lo que ve, de tal forma que nos parece estar viéndolo. Es un libro muy recomendable para saber cómo era Rusia apenas una década después del triunfo de la revolución bolchevique. Aunque Zweig tiende a mirar con simpatía esta Rusia roja evita tomar posición política. Es una mirada humana, empática, a un país y a sus gentes, que recomiendo. Completan el libro, en la edición de Sequitur, los textos "La tumba más hermosa del mundo", sobre la tumba de Tolstoi, "Tolstoi, pensador religioso y social" y "Conferencia en honor de Máximo Gorki".