Pellucidar, según Frank Frazetta
Bienvenidos al primer post de esta nueva serie en la que os propondremos viajes aptos para todos los bolsillos, ya que basta con abrir un libro, un tebeo o poner un DVD para disfrutar de los destinos más exóticos y menos convencionales, donde podrás disfrutar de la naturaleza más salvaje en todo su esplendor. Además, te acompañará nuestro hilo musical (pincha aquí para escucharlo), con melodías especialmente compuestas para la ocasión y, lo mejor de todo, no llevamos comisión. Haz como Rexy y cuélgate la mochila.
Lo vi aquí
Así, cuando tus amistades se cansen de exhibir sus fotos de Mianmar o la Patagonia y te pregunten con indisimulada autosuficiencia: “Y tú, ¿dónde has estado?”, van a quedarse con la boca abierta. Porque la torre Eiffel no deja de ser un pincho grande y las pirámides aztecas un puñado de piedras superpuestas, pero ¿cuántos pueden presumir de haber pasado un fin de semana en una selva mesozoica? Y es que ya sabes que ésa es nuestra especialidad: los mundos perdidos rebosantes de fauna supuestamente extinta en los que, si no te acompaña el guía adecuado, es fácil acabar sirviendo de tentempié a algún megadepredador en ayunas. Como Pellucidar, escenario de las aventuras de David Innes o Tarzán, nuestro primer y paradisiaco destino, donde recomendamos no sacar demasiado el brazo por la ventanilla. Si tienes el pasaporte en regla y te has vacunado ya, no esperemos más y vamos para allá.
A lo largo del mes de abril de 1914, Edgar Rice Burroughs publicó en la cabecera pulp All-story Weekly las cuatro entregas de su novela “At the Earth’s Core”, ambientada en Pellucidar, un mundo subterráneo plagado de fauna prehistórica al que el protagonista, David Innes, llega perforando la tierra con una potente máquina que le sirve al tiempo de nave. En 1922 fue editada por primera vez en formato libro.
Portada de James Allen St. John para la edición de 1922
Es inevitable pensar en un paralelismo con “El mundo perdido”, publicada un par de años antes por Arthur Conan Doyle y, sobre todo, con “Viaje al centro de la Tierra” de Jules Verne, pero lo cierto es que el mito de la Tierra hueca es muy anterior. Parte de la teoría de Edmond Halley a finales del XVII, refutada el siguiente siglo por Pierre Bouguer y Charles Hutton, aunque John Cleves Symmes aseguró en 1818 que se podía llegar al centro de la Tierra desde el Polo Norte y dos años después se publicó la novela “Symzonia” (que algunos atribuyen a Symmes), en la que el Capitán Seaborn viaja con sus marineros al centro de la Tierra, donde encuentran grandes huesos que cree de ballena, aunque cataloga por su tamaño como de mamut.
Mapa de Pellucidar de Bob Barrett y Reed Crandall
Pellucidar es un mundo primitivo donde han sobrevivido los dinosaurios que se extinguieron en la superficie, aunque aquí se les denomina por sus nombres locales. Por ejemplo, los ictiosaurios son conocidos como azdyryths o sea-dyryths, los plesiosaurios como tandoraces o sea-tandors, los diplodocus como lidi, los triceratops como gyor y los tiranosaurios como zarith. En algún caso, es posible
plantearse que pueda tratarse de una especie distinta a las de la superficie mesozoica, como sucede con Stegosaurus, conocido en Pellucidar como dyrodor, ya que el animal que describe Burroughs es carnívoro y puede planear. Sin embargo, la antropofagia es un carácter común entre los dinosaurios de ficción y, por lo que se refiere a la capacidad de vuelo, como ya te comentamos por aquí, el escritor habría tomado la idea de W. H. Bayou, un aficionado a la paleontología que en el artículo “The Airplane Dinosaur of a Million Years Ago” (The Ogden Standard-Examiner, 15 de agosto de 1920) sostenía que Stegosaurus podía planear colocando sus placas dorsales horizontalmente.
Gorobor de Frazetta (1962)
Con todo, sí es posible encontrar nomen ignotum en Pellucidar, como los gorobor, que algunos identifican con cotilosaurios. Los captorínidos (antes, Cotylosauria) eran un clado de animales paleozoicos parecidos a lagartos (pero no más cercanos a estos que a los mamíferos), de anchos cráneos triangulares, y el más grande medía dos metros desde la cloaca al hocico. Burroughs describe a los gorobor como “huge lizards” (“enormes lagartos”) cuya velocidad “sólo es comparable a la rapidez del rayo de un diminuto lagarto del desierto conocido como swift” [1] y más adelante añade que se trata de “reptiles anomodontes del Triásico, conocidos por los paleontólogos como Parciasuri. Muchas de estas criaturas medían tres metros de largo, aunque eran bajas sobre patas rechonchas y poderosas” [2]. Los anomodontes son un linaje de terápsidos paleozoicos de los que sólo dos familias de dicinodontes sobrevivieron a la extinción del Pérmico-Triásico (Kannemeyeriidae y Lystrosauridae) y, en tanto el clado Parciasuri no existe, cabe plantear que el escritor pretendía crear una
nueva especie triásica. En todo caso, los cotilosaurios no son anomodontes ni sobrevivieron al Pérmico.
Mahar de Don Marquez
Además, Pellucidar pertenece al dominio de los mahar, reptiles voladores inteligentes de aspecto ranforincoide que esclavizan a los primitivos humanos con los que comparten territorio. Cuando descubrieron un modo de reproducirse sin machos, los exterminaron, por lo que todos los mahar son hembras. Se comunican telepáticamente y tienen poderes hipnóticos.
El protagonista de “At the Earth’s Core”, David Innes, entablará una relación especial con una fémina de una de aquellas desgraciadas tribus, Dian, y finalmente decidirá liderar una revuelta contra los mahar en la
siguiente novela de la saga, que Burroughs bautizó con el conciso nombre de “Pellucidar” y fue publicada en la misma revista en mayo de 1915. Tras esta segunda novela, el autor pareció dar por cerrada la saga y se ocupó de otras más antiguas, como Barsoon o Tarzan (ambas iniciadas en 1912) o el nuevo mundo perdido de Caspak (aquí conocida como Caprona, con perdón), al que tal vez organicemos algún nuevo tour en el futuro.
Pero no todo estaba dicho sobre Pellucidar y, entre marzo y agosto de 1929, Burroughs publicó “Tanar of Pellucidar” en la revista The Blue Book. Ese año, Harold Foster adapta a Tarzán por primera vez a viñetas y Burroughs escribe “Tarzan at the Earth’s Core”, en la que envía a su personaje más famoso a Pellucidar: esta decimotercera novela de la saga del rey de la selva se publicó en 1930, cuando Tanar aparece en formato libro. Si en “Tanar of Pellucidar” se nos narra como Innes ha sido hecho prisionero de unos corsarios y solicita ayuda del mundo exterior, en “Tarzan at the Earth’s Core” sabremos de las vicisitudes que acontecen a la expedición que parte en su auxilio.
Conseguido el objetivo, uno de los miembros de la patrulla se queda en Pellucidar para buscar a otro que se ha perdido en medio de la aventura: sus peripecias aparecieron en las páginas de Argosy entre enero y febrero de 1937 bajo el título “Back to the Stone Age”, que en septiembre del mismo año fue editado en tapa dura.
Y aún existen otras dos entregas de la saga: “Land of Terror”, publicada directamente en formato libro en 1944 y con David Innes por protagonista, y la póstuma “Savage Pellucidar”, de 1963, que es en realidad una colección de varios relatos cortos ambientados en nuestro destino y publicados en 1942 en Amazing Stories, a excepción del que da título a la obra, encontrado en una caja fuerte por el hijo del novelista en 1960.
La mayoría de las portadas de la primera edición de esta saga fueron ilustradas por el paleoartista Allen St.John, que tanto influyó en los dibujantes de cómic Roy Krenkel o Frank Frazetta, a los que editó sendos portafolios Camille Cazadessus,
responsable del fanzine dedicado a la obra de Burroughs ERB-Dom.
Tras la desaparición de su creador, el mundo perdido de Pellucidar ha sido desarrollado por otros escritores, como John Eric Holmes, autor de “Mahars of Pellucidar” (1976) -con esta excelente portada de Boris Vallejo- o la secuela póstuma “Red Axe of Pellucidar” (2022), o Lee Strong, que firmó el séptimo volumen de la colección The Wild Adventures of Edgar Rice Burroughs, “Untamed Pellucidar”, en 2018.
Pero también ha sido homenajeado por otros autores, como Philip José Farmer en “Riders of the Purple Wage”, con la que ganó el premio Hugo de 1968, Robert A.Heinlein en su novela de 1980 “The Number of the Beast” o el siguiente año John Crowley en “Little, Big”. En 1984 James Blaylock hizo competir a dos equipos de científicos por llegar a Pellucidar en “The Digging Leviathan” y, en la secuela de 2012 “Zeuglodon”, un grupo de niños intentará rescatar a uno de los personajes que se acabó quedando allí. Y George Allen Effinger envió a Pellucidar a su heroína, la princesa judía americana de afilada espada Maureen Birnbaum, en un relato publicado en Fantasy & Science Fiction en 1986.
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[1] Se refiere al Sceloporus malachiticus, una pequeña iguana latinoamericana también conocida como lagartija (o lagarto) espinosa esmeralda.[2] “Anomodont reptiles of the Triassic, known to paleontologists as Parciasuri. Many of these creatures measured ten feet in length, though they stood low upon squat and powerful legs” (Tarzan at the Earth’s Core, 1929-1930).