Imposible escapar o eludir el tema de los resultados electorales de las legislativas del 6-D. Las reacciones del triunfo y la derrota se debaten entre avalancha de votos y tsunami electoral.
La oposición disfruta, celebra resultados y se muestra dispuesta a “cobrar” su triunfo supuestamente “sin atropellar”. Desde su lugar lanza interpretaciones sobre el desempeño “chavista” y lo califica de “rebelión ciudadana 6-D”. Califica la votación de plebiscito que demostró la voluntad de cambio frente a un gobierno que “no tiene la fuerza” y debe abrirse al “cambio”. En cuanto a la interpretación del triunfo, afirman que no ganó la guerra económica, una excusa mediática para eludir responsabilidades, la ganó el pueblo que reclama soluciones.
El voto por la oposición más que “un voto castigo” sería un voto para la libertad y una sólida derrota al modelo de país impuesto por la revolución.
El Gobierno mantiene reserva en el análisis del revés electoral, tarea que abordará el congreso del Psuv. Maduro invita a un “debate crítico y autocrítico para una renovación profunda de la revolución”, reconoce que la “burocracia y corrupción envolvieron las políticas revolucionarias”. Plantea que se hará un proceso de revisión y reestructuración de todo el Gobierno y solicita a su equipo de ministros poner cargos a la orden.
Convoca a un diálogo con el pueblo para “hacer más revolución… para desarrollar una estrategia revolucionaria y convertir esta crisis en una etapa que nos permita un nuevo renacer del poder popular”. El Presidente llama a retomar un nuevo impulso a través de las tres R al cuadrado: repolarización, repolitización y reunificación, para ir a un gran proceso de reconstrucción de la mayoría. Al cuadrado porque dentro de esas tres R hay otras R: Recuperar, Repolarizar, Repolitizar.
Suerte de viaje en el tiempo que nos traslada a las 3R al cuadrado de 2010, estrategia que se planteó como una tarea permanente de la revolución y como el método del Psuv para la construcción de la mayoría revolucionaria. Nos reubica en el Golpe de Timón de 2012 que contempla entre sus líneas estratégicas: autocrítica para rectificar, el objetivo es el pueblo, mayor eficiencia para mejores resultados, la democracia socialista del siglo XXI, entre otras.