Ya desde mi tierna infancia no permití que el colegio obligatorio interfiriera con mi amor por el aprendizaje y la educación. Me apasionaba la Geografía Universal y el Humanismo que estudiaba por mi cuenta, pero me repelían muchas asignaturas alienantes que se impartían en mis tiempos en España (y hoy hasta han empeorado ¡pobres niños!) que en nada contribuían a la comprensión que yo buscaba del mundo en el que había nacido; desde bien pequeño intuí que la verdadera inteligencia es el uso libre de la inteligencia. Fui expulsado de dos escuelas y a los 13 años, siendo ya un mancebo brioso, no consentí que se me robara más mi valioso tiempo con nefastas enseñanzas y dejé el hogar paterno por primera vez para acabar en El Aaiún, en el entonces Sahara Español.Jorge Sánchez, viajero.