Viajes por el África Occidental
Travels in West Africa
Mary H. Kingsley
Círculo de Lectores
Traductor: José Luis Moreno - Ruiz
Páginas: 364
En 1895, Mary Kingsley realiza un viaje a los territorios del África Occidental, bajo dominio europeo, para recoger muestras de peces y otras actividades científicas. Esta experiencia hará que se enamore de África y regrese para un viaje posterior.
Esta obra de no ficción, escrita por una mujer de la era victoriana, una inglesa que no tenía instrucción formal sino que era del todo autodidacta pese a ser hija de un doctor, escritor y viajero, presenta un doble interés, por un lado conocer la visión europea del mundo africano en pleno periodo colonial y por otro descubrir las aventuras de una mujer excéntrica y adelantada a su época que fue capaz de realizar expediciones por ríos, selvas y montañas peligrosas, entre tribus nativas, caníbales incluidos sin inmutarse, manteniendo casi la imagen icónica de la típica inglesa del XIX, con su sombrilla y su té en medio de una intrincada foresta.
En esta obra, las observaciones de Mary no resultan a veces demasiado científicas, aunque se supone que la excusa para los viajes era recopilar especies de peces y de plantas. Se centran más bien en su experiencia personal, con lo cual abundan pasajes subjetivos donde describe paisajes y estados de ánimo, algunos de gran plasticidad. La propia autora cuenta que llevaba también un diario científico, lo que explica que se centrara más en la parte digamos aventurera. Sin embargo, algunos de los capítulos se centran en aspectos más antropológicos y nos explican el mundo de creencias y costumbres de algunas tribus, sin cortarse al describir hechos bastante macabros como determinados actos de canibalismo.
Llama la atención el gran humor destilado por la autora, cuyos comentarios jocosos hacen más amena la lectura, a veces un poco pesada, debido al exceso descriptivo. Por ejemplo, nos cuenta una ocasión en la que tuvo que quitarse la camisa mojada y quedar con los pechos al aire delante de sus porteadores negros o la anécdota del oficial alemán que la invitaba a su casa y que según ella, trataba de seducirla.
Al tratarse de una obra de no ficción, un diario de viajes, la falta de estructura narrativa pesa un poco en algunos pasajes, que resultan algo repetitivos. Sin embargo, se mantiene el interés por esos toques personales y por las opiniones de la viajera, a quien, por cierto, no gustaban mucho los misioneros. En líneas generales se muestra como una mujer muy racional y escéptica en cuanto al mundo espiritual y religioso, aunque su actitud hacia los nativos y sus creencias era de respeto. Así pues critica a los europeos que quieren cambiarlos e imponerles sus modos de vida y de pensamiento. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, tenía una consideración positiva de los africanos, y no los veía como inferiores.
La descripción del mundo colonial africano es interesante. No se priva de comentar sobre los diferentes modos de hacer según las nacionalidades de los colonizadores. Sus favoritos son los franceses, incluso sobre los alemanes. Se intuye una cierta crítica al proceder de sus compatriotas aunque no brutal, por supuesto.
Esos libros de viajes tuvieron un gran éxito en su país, a su pesar, ya que no le gustaba mucho la fama. Irónicamente, el amor de Kingsley por África fue la causa de su muerte. Ella que se enfrentó a cocodrilos, tormentas, caníbales y demás peligros, terminó sucumbiendo en la guerra de los Bóers, a donde había acudido como enfermera, víctima del tifus.
En resumen, lo mejor del libro es la mera existencia de una mujer tan arrojada como esta y las impresiones que nos dejó de un mundo para ella totalmente nuevo y hostil. Para seguidores de las aventuras reales.
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