Cuando se publicó Viajo sola, del escritor noruego Samuel Bjørk (pseudónimo de Frode Sander Øien) hace ya seis años tuvo muchísima presencia y muy buenas críticas en la blogosfera y en las redes sociales en general. Me compré el ebook y ahí lo dejé. Han ido pasando los años, en 2016 se publicó El búho, la segunda parte de esta trilogía y en 2019 la tercera parte, El niño en la nieve. Y ahora, con todo esto del confinamiento en casa y aprovechando que tengo los tres libros en el ebook, me he animado por fin a darle una oportunidad. Y lo único que pienso es... ¿por qué no la habré leído antes?
Uno de los protagonistas de esta trilogía es Holger Munch, inspector de policía de Oslo. Divorciado, padre de Miriam, con quien no tiene muy buena relación, y abuelo de Marion, una niña de cinco años a la que adora y que se ha convertido en el centro de su vida. Holger es campechano, bonachón, inteligente, buen jefe. Y sabe reconocer cuándo necesita ayuda.
Por eso, cuando un hombre que paseaba por el bosque con su perro descubre a una niña que cuelga de un árbol, balanceándose sobre el suelo, con una mochila escolar en la espalda y un cartel alrededor del cuello que dice "Viajo sola", Holger sabe que necesita a Mia.
Mia Krüger es la otra protagonista. Ex compañera de Holder en el departamento de Homicidios, ahora vive aislada, escondida, refugiada en una cabaña en una pequeña isla. No quiere que nadie la encuentre. No quiere saber nada del mundo. Y todo por unos sucesos laborales y otros personales que iremos conociendo a lo largo del libro.
Mia es intuitiva, inteligente, sabe observar a la gente como nadie, es especial y sus compañeros lo saben. Por eso, aunque no es muy sociable, todos la aprecian y muchos incluso la admiran.
Holder y Mia, junto con los otros miembros del equipo, deberán enfrentarse a un asesino despiadado, que secuestra a niñas de seis años que el próximo curso comenzarán el colegio, las mata a los pocos días y las abandona, colgadas, con un cartel de viajo sola y disfrazadas con vestidos como si fueran muñecas de porcelana.
A pesar de la dureza y la crueldad del asesino, me ha sorprendido la delicadeza y el mimo con el que el autor trata a las víctimas, sin dejarse llevar por lo sórdido, lo soez, sin caer en escenas sangrientas.
Todos los personajes están muy bien construidos, más que leyendo un libro, a lo largo de toda la lectura, que me ha durado solo dos días, he tenido la sensación de estar viendo una serie de televisión, ya que con un lenguaje sencillo, claro, fluido, el autor logra recrear con detalle no solo los personajes, sino también los escenarios.
La trama también me ha parecido perfecta. Mantiene la tensión durante las más de 500 páginas, gracias a capítulos cortos, un ritmo vertiginoso y al ir alternando la investigación policial con las historias y los problemas personales de los protagonistas.
Una historia de las que enganchan de verdad, de las que te crea adicción y estás deseando sacar tiempo para leer y poder saber cómo continúa. Eso, por suerte, ahora no es un problema y, como ya os he dicho, yo lo he leído en un fin de semana.
Me ha gustado tanto que, después de terminar esta novela el domingo a la tarde, el mismo día a la noche ya empecé la segunda parte de la trilogía, El búho.
Como la mayoría ya sabéis, la novela negra es mi género favorito. Pero últimamente me satura y me cansa más, antes podía estar meses y meses leyendo solo este género, pero ahora no. De hecho, esta es la primera novela negra que leo este año.
Y ha sido tan buena, un puzzle complejo, formado por muchísimas piezas que, al final, encajan a la perfección, que me ha reconciliado con el género y he recordado porqué me gusta tanto la novela negra, en este caso la nórdica.
Reconozco que, en general, suelo leer más autores españoles que extranjeros. Y con la novela negra me ocurre lo mismo. Pero hay una serie de novela negra nórdica, la protagonizada por Sebastian Bergman, que me tiene loquita.
Por ahora se han publicado seis libros y todos me han encantado. Siempre recordaré que el segundo, Crímenes duplicados, lo leí en la sala de dilatación esperando a que me llevasen al paritorio cuando iba a nacer mi segundo hijo. Imaginaros lo que engancha y lo buena que es. Y, salvando las distancias, Viajo sola me ha recordado a las novelas de Sebastian Bergman.
En definitiva, novela negra de calidad. Ideal para engancharse, desconectar y evadirse de todo lo que nos rodea estos días.
Si te interesa el libro, puedes encontrarlo aquí.