Revista Opinión
Victimas, victimarios, verdugos, falangistas y aristócratas
Publicado el 23 octubre 2011 por RomanasJosé Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, III Marqués de Estella (Madrid, 24 de abril de1903 – Alicante, 20 de noviembre de 1936) fue un abogado y político español, hijo primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera y fundador y líder del partido Falange Española. Diccionario Real Academia: Víctima: 3. f. Persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita.-Victimario: "a sensu contrario", quien produce o causa víctimas.-Verdugo: 6. m. Persona muy cruel o que castiga demasiado y sin piedad.-Falangista: miembro perteneciente a Falange (partido político creado por José Antonio Primo de Rivera, a imitación del partido nazi alemán y del fascista italiano).- Aristocracia:1. f. En ciertas épocas, ejercicio del poder político por una clase privilegiada, generalmente hereditaria. "Cuando las cosas se ponen bravas, no hay otra dialéctica que la de los puños y las pistolas", creo que decía aquel Supercomisario de policía, Melitón Manzanas, que gobernaba en el país vasco no por la gracia de Dios sino tan sólo por la de Franco, la frase no es de él sino de la verdadera luminaria que disipa las tinieblas mentales de toda esta gente, José Antonio, José Antonio Primo de Rivera, claro, el fundador de la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista.
Los aristócratas son los mejores, los aristócratas, Esperanza Aguirre, Durán i Lleida, que vive en el Palace, uno de los mejores hoteles del mundo, y Gallardón, que se hizo adecuar el Palacio de Comunicaciones de Madrid para sí mismo, originando para el Ayuntamiento de Madrid, del que es el Alcalde, una deuda que equivale al resto de todos los municipios españoles juntos, y que allí, ahora lo acabamos de saber, tiene hasta mayordomo, son gente muy instruida que ha ido a los mejores colegios y que, no contenta con ello, ha acudido también a las mejores universidades, Yale, Harward, Cambridge, y, por si les faltaba algo, hicieron también sus marsters,¿cómo puede nadie, leñe, discutirles siquiera su derecho a ser mejores que nosotros y, por lo tanto, a gobernarnos?Por abajo, anda el chiste de Ferreres en El Periódico, en el que se ve a la Cólera de Dios, Aguirre, de la mano con ese catalán, que siempre pide Más, porque, como buen ultracapitalista, todo lo que tiene le parece poco, y ambos, según el chiste, lo que pretenden, en 1ª instancia, es que el pueblo llano no vaya a ninguna clase de escuela,dejar a los de abajo sin instrucción ¿para qué leches la quieren si su puñetero destino son las listas del paro? Si es que, al final, deciden mantener esa antigualla, listas del paro, pero ¿a quién se le ocurre?, antes no había nada de eso, que seguro que no, como pasó con las listas de espera de la sanidad madrileña que la Cólera de Dios comenzó a darles vueltas hasta que consiguió que desaparecieran, diciendo que un enfermo sólo espera operación cuando le citan para intervenirle, ergo, si no se citaba a nadie para operarle, las listas de espera desaparecerían y desaparecieron, magos, hadas, leche, que son personajes enteramente mágicos puesto que hacen verdaderos milagros con todos nosotros, especialmente con esos imbéciles que los siguen votando.Pero, hoy, creo que se trataba de escribir sobre las víctimas. En este desdichado país, por desgracia, hay víctimas de muchas clases, en realidad, de todas las que ustedes quieran. ¿Quieren víctimas de 1ª clase, o sea, de derechas, o sea, de gente auténticamente aristocrática, de la crema de la sociedad?, pues ahí tienen a las “Victimas del terrorismo” (al que se les ha olvidado, qué casualidad, añadir el adjetivo "de izquierdas”).
¿Quieren ustedes víctimas de 2ª o de 3ª clase?, pues ahí tienen ustedes a todas ésas que se produjeron con motivo del atentado de Atocha, que no eran aristocráticas ni mucho menos puesto que iban, los muy desgraciados, a trabajar, tomando esos malditos trenes de cercanías a las tantas de la mañana, y que, seguramente, y también precisamente por eso, no son dignas de las subvenciones que la Cólera de Dios, tan aristocrática ella, otorga a las otras asociaciones de víctimas aristocráticas madrileñas, pero, sobre todo, está, la que, para mí, que soy tan raro, es la más grande, aunque sólo sea por el tamaño, de todas las víctimas del terrorismo, el franquista. ¿Qué es lo que ocurre con estas víctimas del terrorismo franquista o falangista?Que si v. las menciona siquiera, tiene que hacerlo con mucho cuidado, no por nada, sino porque le puede suceder algo. ¿Qué? Preguntenselo ustedes a Garzón, que él, ahora, ya sabe mucho de esto.Pero, ojo, señores, que aquí no hay más víctimas que aquéllas que designen los propios victimarios o sea los verdugos falangistas, que aún andan embutidos en sus magnificas camisas azules, sólo que, siguiendo al sin par Lampedusa, lo hacen ahora únicamente en la intimidad, para que parezca que todo ha cambiado, o sea, que tachan de verdugos victimarios a los parientes de sus propias víctimas, a los que intentando defenderse de la opresión de aquellos que, llevaban camisa azul y boina roja, invadieron de nuevo su país y expusieron sus intenciones de seguir gobernándoles “in saecula saeculorum”, porque ellos son los auténticos amos de España, este Estado formado por aluvión, en el que los castellanos se arrogan el derecho divino de gobernar simplemente porque ellos son como son.De modo que Melitón Manzanas tenía todo el derecho del mundo a detener y torturar hasta la muerte a cualquiera que se le antojara, allí, en las lejanas tierras del país vasco, como luego, pasados muchos años, lo tuvo también el no menos caritativo general Martinez Galindo, a éste sí, a éste esta sociedad nuestra tan hipócrita, cumpliendo con el axioma de Lampedusa, juzgó y condenó por tales hechos, aunque la autoridades penitenciarias enviaron enseguida a su casa porque estaba gravísimamente enfermo.¿Dónde, leñe, se agrupan todas las víctimas de esos víctimarios, de estos verdugos? Yo, por lo menos, no tengo la menor noticia y no he visto tampoco nunca una manifestación de ellos por las calles, a lo peor es porque no las dejan o, todavía peor aún, porque no existen, porque en este país, lo sé muy bien por experiencia puesto que creé una asociación para la defensa de las victimas de persecución por la justicia, para ser asociación, para tener existencia legítima como tal y por lo tanto poder actuar de alguna manera no sólo tienes que registrarte en una sección de tu comunidad regional sino cumplir una serie de requisitos realmente exigente.De modo que, en este país, sólo existen unas víctimas, dignas de la mayor consideración, que Dios me libre no ya de decir sino tan siquiera de pensar por un instante lo contrario, y todas las demás han desaparecido radicalmente por ese sumidero de la historia que son las instituciones judiciales y policiales que han establecido, para que nos gobiernen rectamente, las clases dominantes. Amén.