El Málaga demuestra no haber olvidado cómo se juega al fútbol y logra la victoria ante un irregular Sevilla débil en defensa pero con mucho veneno en la delantera.
El Málaga por fin salió al césped con la clara intención de ganar un partido. Nada de medias tintas ni de sangre de horchata. Los de Pellegrini anoche le pusieron al encuentro toda la intensidad que se le debe poner a un partido de tal calibre. Tras el pitido inicial, el Málaga se instaló en el área sevillista. Pronto llegaron las ocaisiones, Rondón envió un balón a la madera y poco después, Cazorla lanzaba una falta que paraba Javi Varas haciendo gala de buenos reflejos. El agobio malacitano era tal que se palpaba el primer gol en el ambiente. Éste llegó a través de una falta botada por un Cazorla que cada vez hace mejores partidos (tiene mucho que ver que ahora sí juega en su sitio), que remataba Weligton con facilidad tras el nulo marcaje de Coke.
La grada era una fiesta viendo cómo su equipo asfixiaba a un Sevilla que aún no se enteraba de que el partido había comenzado. Pero poco duró la alegría. En el minuto 16, Jesús Navas ponía un centro lejano desde la banda que Negredo dejaba pasar en un alarde de calidad y buena lectura de la jugada para dejar a Luna solo ante Caballero. El canterano sevillista remató por dos veces para lograr el empate. El Sevilla ponía las tablas en el marcador en su primer acercamiento a la portería malaguista.
En contra de lo que muchos pensábamos, el Málaga no se arrugó y continuó con su actitud de presión e intensidad máxima. Sebas vio la cartulina amarilla tras cortar con la mano un despeje de Javi Varas que casi se cuela en la portería hispalense. Poco después, el uruguayo en el centro del campo habilitó a Rondón para que iniciara una galopada internándose en el área de Varas y centrando in extremis para que Sebas empujara el balón de manera trastabillada y lograra el 2-1 que a la postre, sería el resultado definitivo.
Al Málaga le duró la gasolina hasta el minuto 60, cuando por medio de Isco, tuvo una clara ocasión para hacer el 3-1, pero Varas blocó el lanzamiento a bocajarro del fuengiroleño. A partir de entonces, el encuentro se tornó de color rojo sevillista. Las ocasiones por parte de los de Marcelino comenzaron a llegar una tras otra mientras que los de la Costa del Sol se limitaban a pelear atrás y lanzar balones largos para atenuar el peligro. Negredo colocaba el balón de vaselina en la portería pero Demichelis lo sacaba en línea de gol. Justo después, un centro de Rakitic era cabeceado por Escudé y salía fuera por milímetros.
Después llegó la jugada fea del partido. Plantillazo de Isco a Negredo entre el tobillo y el gemelo. Muñiz Fernández no dudó en expulsar al talentoso futbolista malagueño de forma justa.
Con un jugador menos, el equipo se arrugó aún más y el Sevilla jugaba a placer. Hubo un gol anulado por fuera de juego justo a Coke.
Las ocasiones sevililstas continuaron hasta el final, pero el resultado no se movió. Partido árduo y malo de cara al espectáculo que sin embargo deja un buen sabor de boca en el aficionado malaguista por el resultado y por el cambio de actitud demostrada de todo el equipo. A la espera estaremos de comprobar que no es un mero espejismo aislado el próximo Lunes ante el Granada.