Veamos… la película que tenemos entre manos es de las que no dejan indiferente a nadie; es de ésas que suelen despertar odios y pasiones a partes iguales. ‘ Victoria’ entra dentro de esas obras que, por una razón u otra, desatan alabanzas, suspiros, aplausos o salidas impetuosas del cine a partes iguales. Este tipo de historias son muy jugosas para dar opiniones y crear grandes debates como si de un acontecimiento deportivo de tintes amarillistas se tratara, así que aprovecho para abrir la discusión. A mí, personalmente, no me ha gustado.
Hasta aquí todo correcto, porque todavía no he soltado la gran bomba, la frase que encabeza casi cualquier referencia que encontraréis sobre esta película de casi 140 minutos de duración. Toda ella, ha sido filmada en un único plano secuencia, sin (al parecer) ningún corte. Quizás alguno recuerde la multipremiada ‘Birdman’, la cual también se recrea en los planos secuencias. Pero no, en este caso el director ha querido llevarlo más allá, rodando en tiempo real durante esas dos horas y pico durante las que transcurre la trama en la madrugada berlinesa.
Sería muy absurdo, incluso un exceso de pedantería —como si no lo fuera bastante publicar una crítica de cine—, no valorar este gran esfuerzo técnico y artístico por parte de todos y cada uno de los participantes; desde el director, Sebastian Schipper, los actores, hasta el tipo que se encargó de llevar el catering por todo Berlín durante el rodaje. Sin duda, es todo un logro cinematográfico el abordar tan magno proyecto, rodado tanto en interiores como exteriores de la capital germana.
Ahora bien, he dicho que a mí no me ha gustado, y lo mantengo. Por supuesto, que la parte técnica está lograda y tiene mucho mérito, incluso pese a no deslumbrar, si posee algunos momentos de gran pulso narrativo. Algunos pensarán: ¿Qué aporta el hecho de haber rodado todo en un plano secuencia? A nivel del espectador, lo que transmite es más cercanía con la acción; pero, en mi opinión, es justo en lo que ‘Victoria’ falla. Todo el peso y dificultad técnica se ve lastrada por una historia un tanto forzada, que tiene como protagonista a Victoria, una chica española afincada en Berlín, a la cual le suceden algunas cosillas durante esa noche.
Está bien, es cine, y toda historia puede tomarse las licencias que sean necesarias, siempre y cuando, el director las justifique de la manera que sea, para llegar a un fin X. Podría comprar la historia de ‘Victoria’, pero esa recreación en el plano secuencia, esas dos horas y media… al final no me compensan. Schipper parece querer demostrar un gran alarde técnico con el dichoso plano, pero en algún momento del camino, debió olvidar que lo importante, en esto del cine, es una buena historia. Ésta, si no existe, no hay plano secuencia que la pueda salvar.
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