Revista Opinión

Victorias vacías

Publicado el 28 septiembre 2017 por James Nightingale @atracoalpueblo
VICTORIAS VACÍAS
Victorias Vacías/Victorias de DopaminaSobre el Juego Político Electoral en NarcoDictadura
Antes de adentrarme en el tema político social que me convoca quisiera hacer una breve referencia a nuestra biología y los efectos neuroquímicos de la experiencia: “ganar”, entendiéndola como una vivencia placentera en la que se obtiene algo que se desea, generalmente en relación a otro que pierde aunque no exclusivamente.Diversas experiencias humanas tienen el potencial de activar lo que se conoce neurobioquímicamente como sistemas de recompensa, caracterizados por reacciones sinápticas complejas que tendrían el efecto último de producir sensación subjetiva de placer y bajo estimulación intensa vivencias de triunfo, euforia y deseos de repetir dicha experiencia, siendo que muchas veces el deseo de replicar el evento es más fuerte que cualquier lógica o contexto que se le oponga. Así, en su forma desregulada este sistema tiene que ver con el desarrollo de adicciones diversas pero me gustaría que pensáramos en especial la ludopatía. “Ganar” sería para el ludópata lo que la cocaína es para el adicto, aunque desde que está jugando el ludópata o el adicto fantaseando en consumir los neurotransmisores comienzan su trabajo. El neurotransmisor protagonista de esta historia hedonista es la dopamina. Explicado esto me adentro entonces en el tema electoral que nos circula y la promesa emocional harto seductora de “jugar y ganar”, que me pareciera inunda los sentidos y el discernimiento pues quedamos tomados por ansias de dopamina, por ansias de replicar una vivencia de “triunfo” sin ver un poco más allá de esta inmediatez. Visto de manera fría y pragmática en el contexto de este Narcoestado sería como ganar casillas en un juego de monopolio en el que usted se siente feliz por "ganar" pero en realidad no ganó nada. Trataré entonces de argumentar mi hipótesis en las siguientes líneas.El discurso colectivo que se repite en relación a las elecciones regionales se centra en: “Ganar espacios” “No les vamos a dejar las gobernaciones” “Tenemos que ganar las gobernaciones para demostrar mayoría” siendo que esta última oración es un palíndromo pues “demostrar mayoría es ganar” en términos electorales. Me pareciera así que lo que se ofrece a la colectividad no es nada más que la poderosa sensación de “ganar” en sí misma, sin importar las consecuencias, contradicciones o incoherencias al respecto del contexto y del pasado reciente por no ir muy lejos. Los fines prácticos de tal triunfo están fuera del foco del discurso. No hay profundidad al respecto más la insistencia en “no perder” espacios que termina siendo lo mismo que “ganar”. Este es el mensaje persistente junto al ataque a quienes no apoyan dicho proceso.
Así, en la salivación por triunfar en esta competencia surgen “argumentos” relacionados con la mirada internacional “¿Qué van a pensar sino participamos?” “¡Vamos a perder el apoyo!” “La comunidad internacional no apoyará a una oposición que no participe en elecciones” dicen algunos ilustrados llamándonos cretinos a los abstencionistas. Se declara esto con la ligereza que olvida o desmiente que la abstención ante el proceso electoral de la Asamblea Nacional Constituyente contó con el apoyo internacional que la declaró junto a nosotros como ilegal; abstención que también evidenció de la forma más transparente posible la estafa Smarmatic-CNE. Este antecedente mágicamente no existe cuando se trata de casillas de monopolio para otros, para estos otros no parece importar votar en condiciones ni libres ni transparentes. Y es que la posibilidad de “ganar” a los estafadores habituales parece la promesa de triunfo máximo, una suerte de éxtasis electorero y simplemente esa cantidad de dopamina es irresistible, cocaína pura. Sobre el argumento de la mirada internacional les plantearé otro escenario. Internacionalmente parecerá que la urgencia de nuestra opresiva situación se suaviza, pasa que el régimen PSUV ante los ojos del mundo se estabiliza y “democratiza” pues le “reconoce espacios” políticos a la “oposición MUD”, mientras tras bambalinas el estado comunal avanza sin obstáculos y la crisis humanitaria con el exterminio que la acompaña se profundiza. La urgencia de nuestra situación quedará desestimada, y la necesidad de una cirugía de emergencia se cambia por una cirugía electiva a largo plazo con el consiguiente riesgo de complicación y muerte. Pero ejercitemos la memoria y recordemos la embriaguez de haber “ganado” mayoría calificada en la Asamblea Nacional en 2015. ¡Vaya euforia! ¡Vaya descarga dopaminérgica! Pero así como cuando al ludópata se le acaba la racha de “suerte” o al adicto la cocaína, la vuelta a la realidad es violenta y terrible. Pocos días pasaron para que dicha mayoría se desvaneciera bajo el poder central totalitario y la AN fuese declarada por el TSJ en desacato, dejándola en la más absoluta nulidad pragmática. Y hago un paréntesis, defender los votos no se trata sólo de cantar la victoria en el proceso sino de ejercer la victoria y exigirla con coherencia hasta el final, cosa que la MUD no propone pues no sostiene ninguna medida que desconozca y desobedezca a quienes la oprimen. Después del after-party 6D y de estar un tiempo suficiente en la ruda realidad, nos tocó reconocer una vez más y sin medias tintas, que somos oprimidos por una Narcodictadura salvaje y genocida, y entonces optamos por enfrentarla cívicamente a través de la desobediencia civil con el objetivo de derrocarla. Hicimos enormes sacrificios, nos agotamos y lo dimos todo. Y más allá del natural cansancio de este esfuerzo sostenido, a veces reinaba una sensación de no rendir frutos pues la acompañaba un discurso político en zig-zag e infértil, de la llamada oposición, que disolvía el esfuerzo en slogans repetidos y vaciados de sentido con marchas temáticas variadas, promesas de escaladas y sin retorno que nunca llegaron, porque al final llegó la oferta dopaminérgica irresistible una vez más. Detengámonos un instante y recordemos ¿cuándo se detuvo el camino del desconocimiento y la desobediencia civil por completo? Pues no es forzado decir que ocurrió después del clímax del Plebiscito 16J. El #SíSíSí fue una sobredosis del neurotransmisor hedonista, una sobredosis de “ganar”. “Ufff” ¿sensación maravillosa no? ¡La Victoria! ¡Ganamos! ¡Demostramos mayoría! Sensación que tuvo un efecto anestésico y aturdidor que nos sacó del foco de lucha, y cuando se pasó la intoxicación la vuelta a la realidad fue trágica y desmoralizante pues la ANC llegó y se instaló sin mayor obstáculo. Lo grave es que toda esta borrachera, con su resaca correspondiente, le dio tiempo el régimen acorralado para reorganizarse y ofrecernos ahora otra bolsa de cocaína, o más fichas para el casino, bajo la forma de elecciones regionales. Es notorio que la sociedad está polarizada a este respecto. Yo, como es evidente, defiendo la abstención como ejercicio de desobediencia y desconocimiento al régimen genocida, todos sus procesos, e instituciones. Escribo esto entonces con la intención de ampliar el debate y advertir sobre lo que creo que sería el principal efecto de votar: “Disfrutar de la ilusoria y adictiva sensación de ganar”. ¿Cuánto durará esta vez la embriaguez al conquistar unas casillas de monopolio del juego político? ¿Ganar gobernaciones interferirá en la mafia de estado? ¿Desestabilizará a la narcodictadura? ¿Modificará la censura? ¿El hambre? ¿Los presos políticos y torturados? ¿Las violaciones sistemáticas de los derechos humanos? ¿Se afecta el poder central? Claramente no, pero usted sentirá que “ganó” espacios, “demostró mayoría”, se sentirá feliz y esto podría terminar en ludopatía autodestructiva, aquella que desestima el resto del mundo más allá de la obsesión entre ganar o perder. ¿Cuánto tardará la ANC o cualquier otro “ente” del régimen en deslegitimar los resultados si se alcanzase una victoria?Más del 70% del país vive en pobreza extrema en las más terribles circunstancias de acceso a lo básico como nunca antes vivido en nuestra historia reciente. Para ellos seguro que un cambio de sistema sí que es URGENTE. Es cuestión de vida o muerte.Por esto y más la exigencia de la desobediencia civil era derrocar a la DICTADURA y establecer un gobierno de transición (que no es lo mismo que un golpe de estado). No era pelear espacios y vivir bajo el yugo totalitario unos años más, ni mucho menos convivir con nuestros verdugos.Frente a este panorama ¿será que usted tomado por el placer de ganar un juego, no consigue percibir que más allá de eso no le queda nada desde el punto de vista pragmático? ¿Qué pensaría la comunidad internacional, si tanto le importa, si nadie fuese a votar? ¿Qué pensaría de un desconocimiento masivo al régimen, sus instituciones y los resultados de esas elecciones? ¿O sentiría usted que estaría traicionando a sus papás políticos que le dicen que si no vota usted no existe? Y si está pensando en la abstención del 2005 recuerde que ésta se siguió de lamentos y no del coherente desconocimiento a los resultados post-abstención.
Y me despido con más preguntas. ¿Necesita demostrar mayoría cuantas veces más? ¿a quién quiere demostrárselo? ¿al régimen? ¿a la comunidad internacional? ¿A usted mismo? ¿El triunfo AN y plebiscito 16J no han sido suficientes para usted? ¿Correrá el riesgo de esperar a “presidenciales”? ¿Ha pensado en un candidato que se proponga “rescatar al chavismo democrático” como la admirada ahora Luisa Ortega Díaz de aquí a un par de años? ¿Ante un régimen que viola sistemáticamente los derechos humanos demostrar mayoría es lo vital? ¿O termina siendo un círculo vicioso de Victorias Vacías? ¿Victorias de dopamina? Ganamos así en afectos triunfantes por un rato pero no en efectos en la reconquista de nuestra dignidad y libertad. Las reglas democráticas no ejercen efectos en totalitarismos. Esto es vital reconocerlo en nuestro acontecer si queremos poner a prueba nuestra creatividad para recuperar la república.La locura es: seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes””Albert Einstein.
Cristina Barberá González.(Ciudadana, Psiquiatra, Psicoterapeuta)
“Las imágenes que salen en la portada, no son de responsabilidad del autor del escrito”
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